martes, 10 de noviembre de 2009

Sensaciones al aire


Cuando la vida te va dando trozos de cielo, a veces no sabes que hacer con ellos, no sabes como asirlos con tus pequeñas manos, no entiendes como guardar ese tesoro, ni imaginar como la vida te invade con un manto intenso rodeando tu cuerpo...y tu alma.
Recuerdo cuando era pequeña, no tanto, casi adolescente, y veía esas películas románticas, en las que ella conseguía ese amor, que en esos años, piensas que a ti te tocará algún día, y ese día llorarás de verdad por ese sentimiento, y vas guardando esas imágenes, esos besos intensos y retorcidos, esas miradas, esos encuentros a veces fructuosos, esas imágenes de manos sólo rozándose...y esperas, esperas, e incluso en tu primer amor lo vas buscando, vas intentado reunir esos fotogramas, porque en realidad nadie te enseñó a besar, nadie te enseña a amar, nadie te enseña lo que es sentir. Y precisamente cuando sabes de todo, cuando ya llegas a lo que llamas el climax de tu vida, cuando crees que todo lo sabes, llaman a tu puerta y se presenta una persona que entra en tu cocina sin avisar y te cambia las cacerolas de sitio, revuelve tu despensa y se bebe la leche condensada que guardas con anhelo y sin que nadie lo sepa para tus hipoglucemias.
Entonces piensas y dices, ¿qué narices me está pasando? si yo nunca he compartido mi leche condensada? si mi cocina es intocable, si en la vida yo creía saberlo todo, si mi corazón lo tenía todo ya sentido?, buenoooo....reflexionas, filosofeas, cantas y lloras, y al final, te das cuenta de que no tienes ni idea de lo que está ocurriendo por ahí dentro donde se controlan las emociones, donde se supone que hay un duende vigilando tus pulsaciones.
A veces controlas, porque te da miedo, terror que alguien ande ahí dentro sin tú saber porque no suenan las alarmas que un día instalaste, y otras resulta que ese alguien que ya sabes quien es, que ya conoces, que es parte de ti, tiene vía libre para hacer nubes de tu organismo y de lo más volátil de ti, de tu espíritu, del centro de tus sensaciones, y cuando termina de recorrer todo ese adentro, resulta que se pinta una sonrisa en tu cara, que tu piel se vuelve de otro color, como brillante, que tus ojos son dos espejos, que tus manos están abiertas, que tu saliva sabe de otra manera, que tus sueños van caminado solos entre una niebla tenue y cálida, que la vida se torna de los colores de un arrebol, y que hasta tus canas se vuelven flexibles. En realidad, es un sueño dentro de una vida recorrida, un sueño de una niña que saltaba y cantaba hace muchos años, pero que conserva ese corazón esperando algunos saltos imberbes, algún latido inadaptado, ese calor que no tiene temperatura.
Quiero y no quiero pensar en ti, pero como puedes comprobar no es de mi control, no puedo saltar la comba cuando no hay cuerda, pero me la imagino y salto, no puedo pintar un cuadro sin texturas, pero mi mente a tu lado pinta cuadros que no se podrán vender nunca, pero están en un museo que sólo tú y yo podemos admirar. Te quiero cuando estás y cuando no, te quiero en el sueño y en la realidad, no hay razón y sí la hay, no hay explicación y existe también, y es maravilloso estar a tu lado y en este caso pues también cuando no lo estoy, porque siempre existirá nuestro mitumiyo, que nadie entenderá más que tu corazón y el mío.
Cuando leas estas frases supongo que estaremos juntos, y no se cruzarán palabras por ello, pero cuando me mires sabrás todo lo explicado o lo que he intentado expresar sin pensar, porque en realidad nada de lo que me ocurre, nada de lo que siento puedo desmenuzarlo y ponértelo como un recuerdo, como una narración o como una carta que nunca pudiera ser borrada o tirada en pedazos por el aire. Me encantaría que mi carta se pudiese escribir sin tinta, sin papel, sin pensamientos, sino que fuera pintada con mi iris entre tus labios.

1 comentario:

  1. Tienes el don de escribir directamente detras de mi retina y bajan tus ideas, tus pensamientos, hasta mi pecho. Sin palabras.

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