domingo, 17 de octubre de 2010

Cisnes blancos


Son tus ojos de color mutante,
que me miran en esta danza,
y con un hechizo delirante,
me atrapan, duermen mi piel descalza.
Regresas los terciopelos azules,
de las capas que cubren mis manos,
sueños que van encajando como puzzles
en los ocasos de mis párpados cansados.
Pisas las arenas que se tornan granas,
a la entrada, en la orilla de mi pasión,
en el encanto de las olas ahogadas,
por el mecer de mis lágrimas en tu canción.
Y a veces río entre las acacias,
que forman la vereda de aquella plaza,
mi paz entre tus brazos ya derramada,
y río por sentir tu semblanza clara.
Bambaleos de corazón abierto,
en el interior de mi coraza,
suena el son de un tango cierto,
con pasos aprendidos en tus palabras.
Dáme los acordes de tu vals,
los cisnes blancos de tu lago,
que quiero nadar a ciegas
en el mar virgen de tu regazo.

¿Cuándo?


Me pierdo del mundo buscando el recuerdo que me quiera dejar entre mis manos tus caricias, esas que se fugan en mi piel, esas que hacen que florezcan nubes blancas en las líneas de mis palmas.
Susurro al viento entre el murmullo de los pájaros, conjugando esas notas para que te lleguen cuando te encuentres mirando el mar al altardecer.
Salta mi mirada al vacío, buscando imágenes que entre el espacio y el tiempo toman vida y recorren mi mente intentando calmar la espera, intentando cubrir el silencio, intentando arropar ese amor que se me escapa volando hacia tus pensamientos.
Vida, ¿por qué?...
Sueños, ¿por qué?...
Tiempo, ¿por qué?...

¿Cuándo?

Siempre

jueves, 16 de septiembre de 2010

Frente a frente




Sigo aquí buscando un papel
donde arrugar mis palabras,
las que se siguen escapando
sin saber donde terminar.
Y tengo tinta,
tintero,
tengo ganas
y sueños,
ese suelo donde se pisa,
esa nube que te cala
en medio del albero.
Tengo recuerdos,
pausas y prisas,
el camino largo
y la vereda verde
que resurge cuando
duermo
y despierto.

A veces miro y me rechazo, otras acepto el son y otras quiero conocerme...
Ahora mismo me miro y le pregunto:

¿Me permites soñar unos momentos?


Qué simples son las cosas que hacen que la vida se frene y se transforme en un espejo frente a ti, pidiéndote que mires al frente, que cantes o que bailes, que llores o que rías, pero mirándote, sintiendo cada gesto que vive en ti, un espejo que te recorre cada una de las arterias y su latido, cuánto sientes, cuánto necesitas, cuánto das y cuánto te das cuenta de que realmente precisas mirarte todos los días para conocerte un poco más a ti mismo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Sentir


Tócate la sien y siente
huele la lluvia y vuela
alrededor de ese resquicio
a tierra mojada,
que hace que despierten
tus sentidos escondidos
que te gritan
que estás viva.
Tócate el pelo y vive
esa libertad que sumerge
en el brillo y el brinco
que emana cuando esa luz
del astro mayor te regala.
Toco sus manos y levita
mi piel
mis pensamientos regresan
a la hoguera que templa
mi vida, mi alma,
mi silencio...

viernes, 25 de junio de 2010

Tedm


Quiero vivir en tus besos, en tus labios templados,
necesito rescatar el aire que dejé en tu saliva
para respirar tu alma, para sentirme tranquila
para escribir en tu espejo perdido en el vaho.
Noto un aleteo dentro de mí, noto que tiemblo,
tartamudean mis palabras sin saber si gritan,
sin saber que frase lograr para robarte un beso
para sentir que con tinta y versos ríen tus ojos negros.
Cantan las membranas permeables de mis células,
pasando el humor del amor hacia mi piel
alborotando los vellos de mi torso con caricias
pensando, sólo un deseo... volverte a ver.
Quiero vivir en tus besos, en tus caricias,
en cada movimiento de tu cara cuando junto a la mía
recorren un bello paisaje en nuestra galería
y se pierden en un óleo que sólo la luna pintaría.
Necesito de tí, de tus palabras frente a mis labios,
mi demanda camina cerca de una mirada casada
a mi corazón, mi naufragio se quedó a unos pasos,
a unos pasos, en tu arena, entre tus brazos.

Vivir la distancia




Me alejo de ti,
pensando...
pidiendo a la luna
que saque su guadaña,
y recorte las malezas
de mi conciencia.
Me alejo de ti,
soñando...
con tus besos,
y los que quedaron
a la orilla del aliento.
Me alejo de ti,
recordando...
como se abre mi piel
cuando te acercas,
y le susurras
con la luz de tu mirada.
Me alejo de ti,
puliendo...
el seno del cielo,
avivando el brillo
de nuestra estrella.
Me alejo de ti,
amándote...
en nuestro hogar,
donde conviven
mi tu mi yo,
no hay más razón.




domingo, 20 de junio de 2010

Todavía. Benedetti


No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo
tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto
nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa
sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía
pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro
y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido
y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.
Mario Benedetti

martes, 8 de junio de 2010

Vuelve.- K. Kavafis




Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, vuelve y tómame
cuando del cuerpo la memoria se despierta,
y un antiguo deseo vuelve a pasar por la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
y las manos sienten como que tocan otra vez.

Vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...

Konstandinos Kavafis

viernes, 28 de mayo de 2010

Eternidad




Eterno y joven el corazón que salta y vuela
sensible, bucólico,laxo con una sola mirada.
Pasa el tiempo y aún sin arrugas en la frente,
el amor
no sabe de horas, ni días, ni campanadas.
Recorre tu ser buscando la mejor savia
para recordarte que sigue presente,
en tus manos,
en tu piel,
en tus ojos,
en tus silencios
y en tus palabras.
Fuerte como la mar, débil como la arena
se van fundiendo con las mareas
como se funde el amor lentamente
en los versos del poeta que regresa
a escribir en sus libretas incompletas.
Eterno y joven crece entre las sábanas
teñidas por el perfume de las pieles
que se buscan en el silencio,
en el recuerdo,
en la caricia de las palabras de una carta
escrita en las agujas del tiempo que no pasa.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Oda al mar.-Pablo Neruda


Aquí en la isla
el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Oh mar, así te llamas,
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua,
no te sacudas tanto,
ayúdanos,
somos los pequeñitos
pescadores,
los hombres de la orilla,
tenemos frío y hambre
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte,
no grites de ese modo,
abre tu caja verde
y déjanos a todos
en las manos
tu regalo de plata:
el pez de cada día.

Aquí en cada casa
lo queremos
y aunque sea de plata,
de cristal o de luna,
nació para las pobres
cocinas de la tierra.
No lo guardes,
avaro,
corriendo frío como
relámpago mojado
debajo de tus olas.
Ven, ahora,
ábrete
y déjalo
cerca de nuestras manos,
ayúdanos, océano,
padre verde y profundo,
a terminar un día
la pobreza terrestre.
Déjanos
cosechar la infinita
plantación de tus vidas,
tus trigos y tus uvas,
tus bueyes, tus metales,
el esplendor mojado
y el fruto sumergido.

Padre mar, ya sabemos
cómo te llamas, todas
las gaviotas reparten
tu nombre en las arenas:
ahora, pórtate bien,
no sacudas tus crines,
no amenaces a nadie,
no rompas contra el cielo
tu bella dentadura,
déjate por un rato
de gloriosas historias,
danos a cada hombre,
a cada
mujer y a cada niño,
un pez grande o pequeño
cada día.
Sal por todas las calles
del mundo
a repartir pescado
y entonces
grita,
grita
para que te oigan todos
los pobres que trabajan
y digan,
asomando a la boca
de la mina:
"Ahí viene el viejo mar
repartiendo pescado".
Y volverán abajo,
a las tinieblas,
sonriendo, y por las calles
y los bosques
sonreirán los hombres
y la tierra
con sonrisa marina.
Pero
si no lo quieres,
si no te da la gana,
espérate,
espéranos,
lo vamos a pensar,
vamos en primer término
a arreglar los asuntos
humanos,
los más grandes primero,
todos los otros después,
y entonces
entraremos en ti,
cortaremos las olas
con cuchillo de fuego,
en un caballo eléctrico
saltaremos la espuma,
cantando
nos hundiremos
hasta tocar el fondo
de tus entrañas,
un hilo atómico
guardará tu cintura,
plantaremos
en tu jardín profundo
plantas
de cemento y acero,
te amarraremos
pies y manos,
los hombres por tu piel
pasearán escupiendo,
sacándote racimos,
construyéndote arneses,
montándote y domándote
dominándote el alma.
Pero eso será cuando
los hombres
hayamos arreglado
nuestro problema,
el grande,
el gran problema.
Todo lo arreglaremos
poco a poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
a hacer milagros,
porque en nosotros mismos,
en la lucha,
está el pez, está el pan,
está el milagro.
Pablo Neruda

domingo, 23 de mayo de 2010

The Reader

El último tango en París.- Robert Alley



El la dejó. Jeanne oyó el sonido de sus pasos en el corredor, el portazo en la entrada; luego nada más, salvo su propia respiración. Una bocina sonó en la lejanía seguida de un completo silencio. Se ha ido, pensó para sí misma, y de pronto se sintió consumida. Levantó el sombrero del piso, pasó el living-room rumbo a la salida, concentrada. Sorprendida, levantó la mirada.
Paul la estaba esperando apoyado contra la pared. Pareció aún más corpulento a la luz directa del sol, el mentón erguido y los ojos entrecerrados. Tenía los brazos cruzados contra el pecho; el abrigo estaba abierto y mostraba el torso y las piernas fuertes y musculosas. Jeanne dijo:

—Pensé que se había ido.

—Cerré la puerta con llave —caminó lentamente hacia ella mirando fijamente los ojos anchos y azules que reflejaban más resignación que miedo—. ¿Estuve mal?

—No, no —dijo ella tratando de recuperar el aliento—. Sólo pensé que se había ido —sus palabras
quedaron pendientes, como una invitación.

Paul estuvo a su lado en un segundo. Le tomó el rostro con las manos y la besó en los labios. En la confusión, ella dejó caer el bolso y el sombrero, y colocó las manos sobre los anchos hombros. Por un instante, permanecieron absolutamente inmóviles. Nada se movía en la habitación circular salvo las pelusas que caían por el aire; ningún sonido les llegó salvo el de sus propias respiraciones agitadas. Parecían suspendidos en el tiempo, como la belleza marchita de la habitación, aislados del mundo y de sus vidas respectivas. El cuarto adquirió calidez acogiéndolos durante este breve y silencioso noviazgo.
De pronto, Paul la alzó en sus brazos y la llevó hasta la pared de la ventana sin esfuerzo aparente, como si se tratara de una criatura. Ella le pasó los brazos por el cuello que le pareció tan duro como un tronco y le acarició los músculos de su espalda bajo la suave tela del abrigo. El tenía un olor amargo en parte sudor y en parte algo que ella no pudo identificar; algo más masculino que el de cualquier joven que hubiera conocido y que la excitó poderosamente. El la bajó, pero sus manos no la dejaron, la apretó contra sí y tocó sus pechos oscilantes a través de la tela de su ropa. Le desabrochó el vestido con rapidez y maña, y metió las dos manos en el interior, acariciándolos; con los dedos dibujó la forma de sus pezones. A ella la excitó la dureza de su piel y se apretó aún más contra él.
Como si lo hubieran convenido de antemano, comenzaron a desnudarse el uno al otro. Ella lo agarró a través de los pantalones; él pasó una mano por debajo de la falda y de un tirón le arrancó las bragas. Jeanne se sofocó ante su audacia y se colgó de él con miedo y anticipación. Paul puso una mano entre sus piernas y la levantó del suelo; con la otra se desabrochó los
pantalones. Luego la tomó por las nalgas, la subió un poco más y la penetró. Se agarraron como animales. Jeanne subió por el tronco de su cuerpo apretando sus caderas con las rodillas y colgando de su cuello como una niña perdida. El la apretó contra la pared y entró más profundamente dentro de ella; por un instante lucharon torpemente, como en un combate, pero pronto se pusieron de acuerdo y comenzaron a moverse con un mismo ritmo. Sus cuerpos avanzaban y retrocedían como participantes en la más íntima de las danzas. El ritmo se hizo más frenético; la música y el mundo, olvidados, gimieron, suspiraron y se golpearon contra la pared
protegiendo esa pasión; cayeron más allá de los orígenes de su propio empeño y se apagaron poco a poco y sin remordimientos, sobre la estropeada alfombra naranja.
Permanecieron inmóviles en el suelo, sin tocarse, mientras la agitación de sus respiraciones se
normalizaba gradualmente. Luego, Jeanne se alejó de él, puso la cabeza sobre el brazo y levantó la vista. Pasaron varios minutos en los que ninguno de los dos pronunció palabra.
Se pusieron de pie y arreglaron sus ropas, dándose la espalda. Jeanne se puso el sombrero igual que antes, lo siguió por el corredor y salieron a la escalera. Paul cerró la puerta con llave; Jeanne llamó el ascensor y con vergüenza se apartó de Paul. Minutos antes, habían compartido el abrazo más sensual y ahora, fuera de los confines del departamento, eran tan distantes como desconocidos.
Ella se sintió agradecida cuando Paul le volvió la espalda y bajó por las escaleras en vez de hacerlo con ella en el ascensor. Pero no pudieron evitar encontrarse en el vestíbulo. Ella se preguntó cuál sería su próximo movimiento cuando la siguió, mientras pasaban delante de la ventanilla de la portera y se encaminaban a la puerta.
El salió a la calle detrás de ella. La luz del sol los deslumbró y los ruidos de París sonaron discordantes.
Paul arrancó el letrero escrito a mano SE ALQUILA de la puerta. Lo rompió y lo arrojó a la alcantarilla. Por un momento ambos vacilaron. luego tomaron direcciones opuestas y ninguno de los dos volvió la cabeza.

El último tango en París. Robert Alley

Libres en la seda



Elegí un recuerdo
hoy,
regresé a aquella tarde
a nuestra primera
luz,
a nuestro primer
momento.
Abro esta noche ese
baúl,
donde el viento y el mar
se hablan,
la música y la llama
se acarician
donde nuestras almas
juntas y en silencio,
levitan
libres en la seda
que van hilando
entre sus besos.

sábado, 22 de mayo de 2010

El poeta y la ciudad


Hasta hace muy poco un hombre se enorgullecía de no tener que ganarse la vida y se avergonzaba de tener que hacerlo, pero hoy, ¿existe acaso la persona que, solicitando un pasaporte, se atreva a presentarse como Hidalgo, aun si la realidad es que tiene algunas rentas y ningún trabajo? Hoy la pregunta «¿A qué se dedica usted?» significa «¿Cómo se gana usted la vida?» En mi pasaporte aparezco como «Escritor»; esto no me causa molestias con las autoridades porque los funcionarios de inmigración y aduanas saben que ciertos tipos de escritores hacen mucho dinero. Pero si en el tren un desconocido pregunta por mi ocupación, jamás respondo «escritor» por temor a que continúe preguntándome sobre la naturaleza de mis escritos, ya que responderle «poesía» nos incomodaría a ambos, pues ambos sabríamos que nadie puede ganarse la vida escribiendo únicamente poesía. (Hasta ahora la mejor respuesta que he encontrado, buena porque marchita la curiosidad, es Historiador Medieval).

W.H. Auden, El poeta y la ciudad

viernes, 14 de mayo de 2010

Palabras escritas



Puede que mis manos acaricien un papel,
puede que mi tinta añada amor en él,
puede que quede reflejada la palabra amor,
mas no puede dejar el perfume, el sabor.

Que tu piel me sabe a miel templada,
que tus besos son los estambres de una flor
y su polen derrama en mis labios
las húmedas caricias de tu calor.

Que tus ojos no me miran, me arrancan
mis sueños, mis deseos, mis miedos,
extraen los pétalos de mi niñez,
recogen el cáliz de ser mujer.

Cada vez que te siento cerca,
grito...
se revolucionan mis costillas
buscando donde dejar el alboroto de mi latir,
y cantan mis pulmones,
respiramos el mismo aire,
te huelo,
te siento,
te anhelo,
cuánto daría por ser tu viento.

Cuánto daría por ser ese pájaro
que se posa mirándote en tu hombro,
esperando a que sonrías,
cuánto daría por pasear por la arena,
mirando como el mar se lleva
el halo que hay a tu alrededor,
y se lo entrega al sol en su hervor.
¿Desearte?
No hay más que tú,
cuando estás…
No existen más deseos posibles,
cuando no éstas…
No siento más
que contigo.
Y mis manos no son más libres
que en tu piel.

¿Recordarte?
Mis labios no tienen otro nombre,
mis oídos no atienden a otra voz,
y mi alma se desmorona,
donde estés…
como estés…
y no sabe más que darte eso
que llaman amor.

Te quiero
lo siento, mas no son las palabras
que te mereces,
Mi tú, Mi yo.


miércoles, 12 de mayo de 2010

Sabrás que no te amo y te amo.-Neruda


Sabrás que no te amo y te amo.
Puesto que de los dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio,
el fuego tiene su mitad de frío.
Yo te amo para comenzar a amarte;
para recomendar al infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.
Te amo y no te amo, como si tuviera
en mis manos las llaves de la dicha
y un incierto destino desdichado.
Mi amor tiene dos vidas para amarte
por eso te amo cuando no te amo
y por eso te amo, cuando te amo.
Pablo Neruda

Océano mar.-Alessandro Baricco



“El señor Bartleboom deja la pluma, dobla la hoja, la mete en un sobre. Se levanta, coge de su baúl una caja de caoba, levanta la tapa, deja caer la carta en su interior, abierta y sin señas. En la caja hay centenares de sobres iguales. Abiertos y sin señas.

Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar, con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señas para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. Y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle

- Te esperaba.

Ella abrirá la caja y lentamente, cuando quiera, leerá las cartas una a una y retrocediendo por un kilométrico hilo de tinta azul recobrará los años -los días, los instantes- que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez, más sencillamente, volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirá diciéndole a ese hombre

- Tú estás loco.

Y lo amará para siempre”.

“Océano mar” A. Baricco

Mi princesa.-David Bisbal

martes, 11 de mayo de 2010

El cuaderno de Noah. Nicholas Sparks

"Contemplamos el mundo que nos rodea en silencio. Hemos tardado toda una vida en aprender a hacerlo. Al parecer sólo los viejos son capaces de estar juntos sin decir nada y sentirse bien. Los jóvenes, impulsivos e impacientes, siempre rompen el silencio. Es una lástima, pues el silencio es puro. El silencio es sagrado. Une a las personas, porque sólo aquellos que se sienten cómodos con la compañía del otro pueden estar juntos sin hablar. Es una gran paradoja".
El cuaderno de Noah. Nicholas Sparks

martes, 27 de abril de 2010

Love's Been Good To Me.-Frank Sinatra

Quebrar la soledad

Romper el silencio
con una canción,
es abrir el alma
junto a tu voz.
Quebrar la soledad
con una sonrisa,
es sentir la vida
junto a tu recuerdo.
Mirar el cielo
y apartar las nubes
para verte
es gritar
en silencio.
Pegada a ti,
quisiera regalarte
la caricia
que se derrama,
dos palabras,
un suave lamento
en el eco eterno
de tus pensamientos.

dinner for one, vostfr, très drôle !!

Tu sombra eterna




Hoy regresé

a buscar caracolas

entre las conchas,

el viento me lleva

sueltos

los lazos de mi pamela.


Hoy vuelvo

a soltar el hilo

a mi cometa,

¡qué baile, qué salte,

qué...

suba el cielo

y susurre

a las estrellas¡.


Hoy traigo

una colección

de pétalos de cera

que hermosean la flor

de mi llama,

mi candela pura

y eterna.


Hoy siento

que mis deseos,

mi imaginación

rozan y embarcan

en el mismo puerto,

tras mareas

altas y bajas,

en el mismo cielo.


Hoy bebo

el agua de la pasión

entre corales,

sobre los nácares

de mis más bellos

pensamientos.


Hoy mi sed

se sacia

en tu agua,

en el río

de tus besos.


Y...

camino en este sendero,

hoy,

hoy no sueño,

tu voz, el tango

y la sonrisa,

tu sombra eterna

sigue

clavada en mi cuerpo.


lunes, 19 de abril de 2010

martes, 30 de marzo de 2010

El piano. Michael Nyman

El perfume y el sueño


Llegó del trabajo, después de un día agotador, cansado, casi moribundo deseando coger la cama, pensó que tenía fiebre del mismo malestar que invadía su materia gris y recorría todo su cuerpo. Al llegar a su habitación, recordó que la nueva mujer que había contratado en la agencia para las tareas de la casa, lo llamó por teléfono esa mañana diciéndole que no podría empezar ese mismo día. Así que el ambiente del apartamento estaba un poco desordenado y las tareas sin hacer.
Javier, era arquitecto y trabajaba en la misma empresa desde hacía 20 años, recién salido de los estudios, se presentó a esa entrevista de trabajo que tan crucial fue en su vida, ya que le ha dado las facilidades económicas y de ascenso que siempre había pensado tener. Pero tan inmiscuido estaba en el trabajo y en evolucionar profesionalmente que no se estaba dando cuenta de lo que por otro lado, se le colaba de la vida. Hizo muchas reflexiones a lo largo de estos años, salió con multitud de mujeres, pero ninguna subía el dintel para que Javier equilibrase su diario, y pusiera un tabique para dividir las experiencias que la vida le ofrecía.
Puso un poco de música, una pasión que le daba los placeres que suplía en sus momentos de soledad. Fue dejando la ropa en la banqueta que hacía de pies de la gran cama que ocupaba casi toda la habitación, y se tumbó casi desmayado en la cama sin hacer. Utilizaba siempre sábanas de algodón de color gris marengo, las vio en una película y le apasionó aquella escena de amor y sexo, compró al día siguiente diez juegos de las mismas sábanas, quizás pensó que era el ambiente lo que no despertaba en las mujeres la pasión que él buscaba. De la misma escena, imitó el tener siempre un par de velas de gran diámetro en las mesitas que acompañaban al lecho en ambos lados, y cuando entraba en la habitación era como un ritual, encender las velas, y entremezclar esa luz con el color de las sábanas y las paredes pintadas también de gris. En la cabecera siempre tuvo un desnudo, que había heredado de su abuelo, aficionado a la pintura, el cual juró nunca deshacerse de él, porque además de estar enamorado de la pintura, lo estaba también de esa espalda que se doblaba mágicamente para adquirir una postura tan delicadamente recta, que Javier se quedaba embobado admirándola tantas veces como podía.
Voy a dormir un poco, después arreglaré el apartamento, me ducharé y llamaré a Ernesto por si quiere salir.-pensó mientras cogía postura como siempre hacia su izquierda. Antes de cerrar los ojos, atisbó un sobre de color también gris cerrado su mesilla, lo que hizo que se incorporase de inmediato en la cama. ¿Y esto que será?, ¿Quién lo pondría aquí? Le dio unas cuantas vueltas al sobre, la curiosidad le devoraba, pero el miedo también, encontrarse algo extraño en su habitación, que no entraba nadie desde hacía una semana, desde el último sábado que estuvo con Paloma, recordando los viejos tiempos. Cogió una postura tibetana, y pasó el sobre por su cara, asombrándose del aroma que traía, del color que le gustaba, de un perfume que le despertaba sus hormonas, todo empezaba a cambiar el ánimo en él. Decidió abrirlo con mucha delicadeza, quizás con la misma que se lo había dejado secretamente, ¿Quién sabe? Dentro había una cartulina del mismo tono que el exterior.
“Parador de Ceuta, mañana 16: 30 horas, lleva un libro “El sabor del mar”, te espero en la cafetería. Recoge traje, te dejo resguardo de compra.”
Javier tuvo que leerlo varias veces, encender la luz, apagar la música, y entre una vez y otra miraba la espalda de su musa. Empezó a pensar en todas las mujeres de su vida, incluso en sus compañeras, en la panadera, en la camarera del restaurante, su mente se rodeó de mujeres, los labios, el pelo, la tez de su cara, quizás quería terminar en una piel morena, en unos ojos moros, en unos dientes blancos y como siempre terminó en aquella espalda adorándola. Ahora sí que no podía pegar ojo, ¿qué hacía?, de Madrid a Ceuta hay un tramo, por un lado quiso olvidarlo, pensando que era una broma de Ernesto que siempre le decía “solterata”, y le buscaba novias por doquier, que en parte se lo agradecía, porque el salir con él era dar paso a la libertad y poder disfrutar de esa hiperactividad que le confiere, era su mejor amigo, además de compañero. Por otro lado, en su interior, tenía una presunción, arbitraria eso sí, pero algo le decía que tenía que ir a ese Parador.
Estuvo dando vueltas por el apartamento sin ninguna intención, hasta que abrió su portátil y se metió en la página web de la compañía de trenes para mirar si había billetes. Tuvo suerte tenía plaza preferente en un tren que salía a las 7:30 de la mañana del día siguiente, sábado, hacia Cádiz, lo reservó, pensando que ya vería que hacía. La duda no lo dejaba analizar la situación, ni dormir, ni siquiera hacer un café, así que se preparó un té en la cafetera que le regaló Cristina, una antigua novia que sólo quería tirarle la cuerda al cuello para la iglesia.
Al fin pudo sentarse en el chaise longue color vino que compró por Internet, como casi todo lo que tenía que comprar, por su falta de tiempo. Recogió los cojines y los dispuso a su alrededor de manera que pudiera relajar su espalda, eso sí, sin soltar el sobre gris, y oliéndolo intermitentemente, eso le trasladaba al lado positivo de su cita, digamos a ciegas.
¡Qué intriga!, esto no puede pasarme a mí, como haya sido Ernesto, me lo cargo.-seguía merodeando por su mente.
Rendido se quedó dormido con la carta en la mano, casi rozando su nariz. Javier en sus sueños le puso cara a ese perfume, una mujer muy hermosa, aunque sus facciones estaban borrosas, sí le veía sus manos, cándidas, suaves, que de tanto mirarlas, sentía como rozaba su piel acariciando su pecho varonil, curtido por los ejercicios matinales en el gimnasio de enfrente a su empresa. Las manos empezaron a moverse por todo su cuerpo y el aún en sueños iba subiendo su grado de excitación. Le entrelaza el pelo, durante largo rato y bajaba a su pecho de nuevo, más tarde, tumbado de espaldas ella le recorría la espalda con sus labios ardientes hasta la última vértebra y subía de nuevo, agarrando a su vez las nalgas, ejerciéndole un movimiento circular y firme, desarmando todas las hormonas del arquitecto, volvía a su pelo, circundaba sus tríceps, y ese perfume, lo dejaba somnoliento, todo le provocaba tal estado de excitación que su miembro le molestaba en esa postura, quiso volverse, y no podía, esa mujer no le dejaba, agarraba sus brazos con fuerzas para que no volviese su cuerpo, y cuando giraba su cabeza, lo mismo, ejercía una presión sobre ella, casi inhumana. Lo que comenzó como un sueño erótico, terminó con un sueño ansioso, malvado, casi una pesadilla, que le hizo despertar de un salto.

Menos mal que ha sido todo un sueño.-

Es tiempo


No existe la libertad con cadenas,
para que reine la paz,
un par de alas en el corazón,
con plumas bien blancas.
Son vestigios de expresión libre,
los que le devuelven a mi alma,
poder cantar, soñar y amar
volar con mi alegría
en la primavera clara.


Regreso en mis tientos,
a una niñez prendada
de vientos acotados,
de ilusiones amarradas.

Y es tiempo de ser,
de pintar cuadros
salvar mi mirada
al mundo que me llama.
Es tiempo de abrir
los sueños de mi infancia,
respirar mi propio perfume
de flores abiertas…al alba.

Cuando miro tus manos

Existe una almohada llena de plumas
en un lugar que habité en ti,
una suave alfombra de lienzo moreno,
un lago de aguas mansas,
algodones blancos cosechados,
libros abiertos,
línea de felicidad,
surcos de tristeza,
historias de una vida llena,
relatos de albatros en la arena,
ese lugar cuando miro tus manos.
Pasión entre pieles adheridas,
iones alborotados,
química pura, mil cosquillas,
cuando amor...
tengo cerca tus manos.
Son instantes de éxtasis
de mi corazón que palpita sin rienda,
de todo mi ser que vuela,
de mis ojos cuando miran
tus manos y su belleza.
Describirlas ya no puedo,
el umbral de tus manos
va por encima de estas letras,
y es por tantas razones,
que por ellas,
cambiaría las estrellas
que en el cielo
me pertenezcan.

Azahares de cera

Se descuelgan las gitanillas en el balcón,
con sus flores a medio abrir,
graciosas con sus pétalos se revolean,
dando taconeos en su maceta.
El azahar limpio y fresco,
perfuma los naranjos y nuestro paseo,
y el aroma que nos prestan
es el de Sevilla en primavera.
Y entre puente y puente,
el río Guadalquivir sueña
con ser espejo de la Torre del Oro,
y en sus aguas mostrar postales bellas.
Y se oyen carcajadas en el cielo,
es la Giralda que ríe,
los pájaros en el patio de naranjos,
que cosquillean sus primeras piedras.
La Plaza de España se viste de rojo,
las palomas libres se enamoran
y juegan entre parejas con caras bobas,
que en los bancos sin pudor se besan.
Y en el parque de María Luisa,
brota la magia de verdes hadas,
que vuelan en la noche como estrellas
guardando historias de amor en sus veredas.
Es un paseo en Sevilla por primavera,
el olor de la vida en azahares de cera,
el agua en borbotones de libertad
y el sabor de besar una tierra.

sábado, 6 de marzo de 2010

Venganza en Sevilla.-Matilde Asensi


A finales de la estación seca del año de mil y seiscientos y seis, un día nublado y oscuro de principios del mes de octubre en el que el cielo parecía retener por la fuerza un agua abundante que deseaba derramarse como un diluvio, alguien golpeó la puerta de mi casa a la hora de la siesta con unos aldabonazos insolentes y fuera de toda medida. Nadie usaba esas formas groseras en Margarita, mi pueblo, la villa principal de la isla del mismo nombre en la que me había instalado apenas medio año atrás, luego de recuperar legalmente la herencia de mi tío Hernando y la de mis difuntos esposo y suegro. Para el resto del Caribe yo era Martín Nevares, mas, en Margarita, todos me conocían como la joven viuda Catalina Solís, dueña de una próspera latonería y de dos casas reformadas, la mía y otra que tenía en arriendo y que me procuraba muy buenas rentas. Mi vida era felicísima, regalada y alegre y dos mozos de buen porte y talle me hacían la corte desde el mismo día en que llegué al pueblo para reclamar mis herencias. Mi fama de mujer honesta, recogida y acaudalada obraba el resto.
Como decía, nadie hubiera osado presentarse a la hora de la siesta en una casa de bien metiendo en alboroto y rumor a todos los vecinos con aquellos golpes de alguacil. En toda la isla, por más del zumbido de los mosquitos, no se oía sino ladridos de perros y, de cuando en cuando, el rebuzno de un jumento, el graznido de un ave o el gruñido de un puerco. A tal punto, yo estaba
dormitando en el patio bajo la sombra de mi hermosa palmera y de mis cocoteros mientras mi criada Brígida me abanicaba con una grande hoja de palma. Había tanta humedad en el aire que costaba respirar y era cosa de fuerza mayor permanecer sosegado hasta la caída del sol para precaverse de un mal váguido de cabeza que a muchos había llevado a la tumba.
Matilde Asensi

martes, 2 de marzo de 2010

Cançao do Mar. Dulce Pontes

La selva del lenguaje

" Comprender lo que otros dicen parece un proceso más pasivo que hablar, pero, como ya he dicho, esta opinión sólo muestra lo peligrosas que son las malas metáforas. Hablamos del significado como si estuviera “contenido” en la frase, o en el texto, con lo que la comunicación se convierte en un intercambio de mercancía. Brandsford se encrespa contra los que expresan o tácitamente piensan que las frases “transportan un significado”. “Sólo las personas poseen significados, y los inputs lingüísticos actúan meramente como claves que la gente puede utilizar para recrear y modificar su conocimiento previo del mundo”. Cualquier expresión se convierte así en una incitación, una ayuda más o menos eficaz, para que el oyente genere los significados apropiados. Si es capaz de hacerlo correctamente, entenderá la frase. Si no puede hacerlo, no la comprenderá o caerá en malentendidos. Conviene recordar la afirmación de Uhlenbeck: “Cada frase individual, incluso la de apariencia más trivial, tiene que ser interpretada por el oyente con la ayuda de datos extralingüísticos”. Una frase no es sólo un acto lingüístico gramatical, sino también un acto cognitivo. Se llama hermenéutica la ciencia de la interpretación y de la comprensión de textos, y no me extraña nada que uno de sus fundadores, Scheleimarcher, la definiera como “el arte de evitar el malentendido”. Dado que con mucha facilidad estas equivocaciones envenenan la vida de los hombres, conviene estudiar cuidadosamente los procesos de comprensión. Utilizamos la palabra comprender en ocasiones variadas. Comprendemos el comportamiento de alguien cuando somos capaces de representarnos su porqué y su para qué. Comprendemos una situación cuando hemos encajado aspectos que parecían incongruentes en una red de relaciones que nos permite dar razón de esas apariencias. Comprendemos una demostración cuando somos capaces de realizar por nuestra cuenta el paso de las premisas a la conclusión. Comprendemos una frase cuando integramos todos sus elementos en una representación semántica unificada, es decir, en un modelo. "
José Antonio Marina

La boca

" Boca que arrastra mi boca.
Boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos tremendos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.
Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astros que tiene tu boca
enmudecido y cerrado,
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.
Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡ Cuánta boca ya enterrada,
sin boca, desenterramos!
Bebo en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.
Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.
He de volver a besarte,
he de volver. Hundo, caigo
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
Vida, Muerte, Amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios. "
Miguel Hernández

El amor en los tiempos de cólera

" Terminaron por conocerse tanto, que antes de los treinta años de casados eran como un mismo ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con la que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo, o por el accidente ridículo de que el uno se anticipara en público a lo que el otro iba a decir. Habían sorteado juntos las incomprensiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías reciprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal. Fue la época en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, y ambos fueron mas conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la adversidad. La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla. "
Gabriel García Márquez

Duermen bajo las aguas

" Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos y de las cuales ya no guardamos recuerdo, duermen bajo las aguas. Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su turno para salir a flote. Las cartas que hemos roto, las no recibidas y las veces que hemos dicho adiós. La pena que sentimos y que ahora, al recordarla, nos parece pequeña. La risa o el llanto que no llegó a brotar. La amistad que buscamos en el momento dificil y que resultó más débil que nosotros, más falta de ayuda. La persona a quien quisimos consolar y nos sirvió de consuelo...Todo duerme allí, en ese fondo. "
Carmen Kurtz

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo


" ¿Por qué me gustan las medusas? No lo sé. Las encuentro bonitas. Antes, mientras las miraba, he pensado una cosa. Escucha, lo que nosotros vemos es sólo una pequeña parte del mundo. Damos por hecho que esto es el mundo, pero no es del todo cierto. El verdadero mundo está en un lugar más oscuro, más profundo, y en su mayor parte lo ocupan criaturas como las medusas. Eso nosotros lo olvidamos. ¿No te parece? Dos terceras partes del planeta son océanos y lo que nosotros podemos ver con nuestros ojos no pasa de ser la superficie del mar, la piel. De lo que verdaderamente hay debajo no sabemos nada. "
Haruki Murakami

Olas

Hubo un fuerte oleaje estos días, y tú en tu playa disfrutaste de ese agua, de esa sal, de esa arena despidiéndose de su orilla, de esas gaviotas revueltas en el viento que jugueteaba con sus alas cansinas de un meridiano al otro...y aquí tus olas llegaron igual de salvajes abordando mis pensamientos que dejé en momentos al aire. Suavemente llegaron tus manos llenas de esa sorpresa contándome historias de tu mar y rebuscando mis palabras para que naciera una canción de cuna que templara el paisaje. Estuve tarareando tu música estos días, estuve buscando un sueño para que tu cielo acaeciera, estuve pensando en ti caminando en el tiempo e imaginando un recodo que me llevara a tu sien y dejar mis labios en silencio...
...en silencio.




jueves, 25 de febrero de 2010

Al otro lado de las montañas

" Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,
sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.
Los que allá fueron nada encontraron,
ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,
ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,
algo que era una flor o un mirlo de oro
o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mí,
echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.
Y ahora mi oficio es soñar, y no sé
si soy yo quien sueño, o es que por mi sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón. "
Álvaro Cunqueiro

martes, 23 de febrero de 2010

Por qué te quiero en 65 palabras



Tu vida en 65 minutos

Vivirnos



No me digas que esta noche tu presencia murmurada,
tu casi invisible presencia,
de tan rumorosa que me eres,
de tan silenciosa y sonreída que esta noche te siento.
Aquí, tendida a mi lado,
como casi una nota musical suspendida;
en medio del silencio de la noche,
cuando nadie sospecha tu presencia, una luz
que silenciosa, que adelgazadamente ha irrumpido.
Dime. Callemos... ¿Qué es el amor? Vivirnos.
Vivirnos día a día. Son años, Son un minuto. Son el inmóvil
discurrir de la vida.
Quietos,
vemos pasar el tiempo. Corriente
parada, paradísima, milagrosa, donde tú estás eternamente juvenil.
mientras yo te contemplo, yo me vivo, trabajo,
amaso mi vida contra aquello que pasa. Soy lo que pasa.
Pero no paso, abrazado
a ti, a tu estar, a tu sonreír, a tu existir sin medida.
Oh silencio suspenso donde milagrosamente una nota resuena.
Una gota de agua que en la oscuridad nunca cede,
nunca cae, y en la cueva indecible misteriosamente brilla.
Brillo, vida, amor mío, presente continuo que en la cueva
del amor me recrea.
Oigo fuera los tiempos. Oigo el embate cruel de las
amontonadas espumas,
y siento aquí el aire parado, el frío delgado del aire inmóvil
de la cueva sublime,
y allí tú, delicada perla que por siglos viniste,
gota mirífica donde con el solo brillo interior
interminablemente resplandeces.
Carne, alma mía, verdad concreta, cuerpo precioso.
Clara tú, clara siempre, que a mí dadivosamente has sido pronunciable.
Pronunciarte, decirte, con tu bulto adorarte,
montón real, continuamente vivido como una verdad
confesada.
Mi confesión, mi dulce ser, mi dulce estar, mi vida sola,
tú, mi perpetua manifestación hasta el fin de mi vida.

Vicente Aleixandre

Al final tú contigo

“Iba tan acelerada por conocer a otros que se le olvidó conocerse a sí misma … tan segura que su triunfo consistía en agradar a los demás y le pasó lo único que siempre cumple y siempre pasa: el tiempo.
Muchos vacíos de vida se producen por error de entrega de vida. Nos regalamos sin construirnos ni valorarnos. Buscamos amores ajenos y olvidamos el amor propio.
Al final, todos sin excepción se fueron desvaneciendo entre rutinas de calendarios sin historia hasta que un día, de repente, los envolvió el gran nubarrón del alma, que es ese momento en que mirándote al espejo no te ves. Se desaparecieron de sí mismos porque su yo, a cambio de nada, se lo habían dado a otros.
De vez en cuando hay que sustituir paisaje por espejo y mirarse en silencio para reconocerse, que es ese profundo volver a conocerse. Aprender a hablar con uno mismo, reflejarse en el propio cerebro, abrirse en poro y piel, penetrarse en dulce y hiel. Saber verse, husmearse, criticarse y quererse. Hablarse … hacerse preguntas y preguntarse … parirse respuestas y responderse.
No te equivoques: a no ser que te hayas definitivamente vendido en la gran feria de los abalorios humanos, nunca estarás solo. Al final, siempre quedarás tú para encontrarte contigo.”
Ángeles Becerra

I surrender. Los puentes de Madison

lunes, 22 de febrero de 2010

Espérame


Espérame mi amor
voy de camino
siguiendo tus pasos
tu sombra y tu voz.
Te llevaré mis ojos
para que los enciendas
con tu corazón
y la cera de tus labios.