martes, 30 de marzo de 2010

El piano. Michael Nyman

El perfume y el sueño


Llegó del trabajo, después de un día agotador, cansado, casi moribundo deseando coger la cama, pensó que tenía fiebre del mismo malestar que invadía su materia gris y recorría todo su cuerpo. Al llegar a su habitación, recordó que la nueva mujer que había contratado en la agencia para las tareas de la casa, lo llamó por teléfono esa mañana diciéndole que no podría empezar ese mismo día. Así que el ambiente del apartamento estaba un poco desordenado y las tareas sin hacer.
Javier, era arquitecto y trabajaba en la misma empresa desde hacía 20 años, recién salido de los estudios, se presentó a esa entrevista de trabajo que tan crucial fue en su vida, ya que le ha dado las facilidades económicas y de ascenso que siempre había pensado tener. Pero tan inmiscuido estaba en el trabajo y en evolucionar profesionalmente que no se estaba dando cuenta de lo que por otro lado, se le colaba de la vida. Hizo muchas reflexiones a lo largo de estos años, salió con multitud de mujeres, pero ninguna subía el dintel para que Javier equilibrase su diario, y pusiera un tabique para dividir las experiencias que la vida le ofrecía.
Puso un poco de música, una pasión que le daba los placeres que suplía en sus momentos de soledad. Fue dejando la ropa en la banqueta que hacía de pies de la gran cama que ocupaba casi toda la habitación, y se tumbó casi desmayado en la cama sin hacer. Utilizaba siempre sábanas de algodón de color gris marengo, las vio en una película y le apasionó aquella escena de amor y sexo, compró al día siguiente diez juegos de las mismas sábanas, quizás pensó que era el ambiente lo que no despertaba en las mujeres la pasión que él buscaba. De la misma escena, imitó el tener siempre un par de velas de gran diámetro en las mesitas que acompañaban al lecho en ambos lados, y cuando entraba en la habitación era como un ritual, encender las velas, y entremezclar esa luz con el color de las sábanas y las paredes pintadas también de gris. En la cabecera siempre tuvo un desnudo, que había heredado de su abuelo, aficionado a la pintura, el cual juró nunca deshacerse de él, porque además de estar enamorado de la pintura, lo estaba también de esa espalda que se doblaba mágicamente para adquirir una postura tan delicadamente recta, que Javier se quedaba embobado admirándola tantas veces como podía.
Voy a dormir un poco, después arreglaré el apartamento, me ducharé y llamaré a Ernesto por si quiere salir.-pensó mientras cogía postura como siempre hacia su izquierda. Antes de cerrar los ojos, atisbó un sobre de color también gris cerrado su mesilla, lo que hizo que se incorporase de inmediato en la cama. ¿Y esto que será?, ¿Quién lo pondría aquí? Le dio unas cuantas vueltas al sobre, la curiosidad le devoraba, pero el miedo también, encontrarse algo extraño en su habitación, que no entraba nadie desde hacía una semana, desde el último sábado que estuvo con Paloma, recordando los viejos tiempos. Cogió una postura tibetana, y pasó el sobre por su cara, asombrándose del aroma que traía, del color que le gustaba, de un perfume que le despertaba sus hormonas, todo empezaba a cambiar el ánimo en él. Decidió abrirlo con mucha delicadeza, quizás con la misma que se lo había dejado secretamente, ¿Quién sabe? Dentro había una cartulina del mismo tono que el exterior.
“Parador de Ceuta, mañana 16: 30 horas, lleva un libro “El sabor del mar”, te espero en la cafetería. Recoge traje, te dejo resguardo de compra.”
Javier tuvo que leerlo varias veces, encender la luz, apagar la música, y entre una vez y otra miraba la espalda de su musa. Empezó a pensar en todas las mujeres de su vida, incluso en sus compañeras, en la panadera, en la camarera del restaurante, su mente se rodeó de mujeres, los labios, el pelo, la tez de su cara, quizás quería terminar en una piel morena, en unos ojos moros, en unos dientes blancos y como siempre terminó en aquella espalda adorándola. Ahora sí que no podía pegar ojo, ¿qué hacía?, de Madrid a Ceuta hay un tramo, por un lado quiso olvidarlo, pensando que era una broma de Ernesto que siempre le decía “solterata”, y le buscaba novias por doquier, que en parte se lo agradecía, porque el salir con él era dar paso a la libertad y poder disfrutar de esa hiperactividad que le confiere, era su mejor amigo, además de compañero. Por otro lado, en su interior, tenía una presunción, arbitraria eso sí, pero algo le decía que tenía que ir a ese Parador.
Estuvo dando vueltas por el apartamento sin ninguna intención, hasta que abrió su portátil y se metió en la página web de la compañía de trenes para mirar si había billetes. Tuvo suerte tenía plaza preferente en un tren que salía a las 7:30 de la mañana del día siguiente, sábado, hacia Cádiz, lo reservó, pensando que ya vería que hacía. La duda no lo dejaba analizar la situación, ni dormir, ni siquiera hacer un café, así que se preparó un té en la cafetera que le regaló Cristina, una antigua novia que sólo quería tirarle la cuerda al cuello para la iglesia.
Al fin pudo sentarse en el chaise longue color vino que compró por Internet, como casi todo lo que tenía que comprar, por su falta de tiempo. Recogió los cojines y los dispuso a su alrededor de manera que pudiera relajar su espalda, eso sí, sin soltar el sobre gris, y oliéndolo intermitentemente, eso le trasladaba al lado positivo de su cita, digamos a ciegas.
¡Qué intriga!, esto no puede pasarme a mí, como haya sido Ernesto, me lo cargo.-seguía merodeando por su mente.
Rendido se quedó dormido con la carta en la mano, casi rozando su nariz. Javier en sus sueños le puso cara a ese perfume, una mujer muy hermosa, aunque sus facciones estaban borrosas, sí le veía sus manos, cándidas, suaves, que de tanto mirarlas, sentía como rozaba su piel acariciando su pecho varonil, curtido por los ejercicios matinales en el gimnasio de enfrente a su empresa. Las manos empezaron a moverse por todo su cuerpo y el aún en sueños iba subiendo su grado de excitación. Le entrelaza el pelo, durante largo rato y bajaba a su pecho de nuevo, más tarde, tumbado de espaldas ella le recorría la espalda con sus labios ardientes hasta la última vértebra y subía de nuevo, agarrando a su vez las nalgas, ejerciéndole un movimiento circular y firme, desarmando todas las hormonas del arquitecto, volvía a su pelo, circundaba sus tríceps, y ese perfume, lo dejaba somnoliento, todo le provocaba tal estado de excitación que su miembro le molestaba en esa postura, quiso volverse, y no podía, esa mujer no le dejaba, agarraba sus brazos con fuerzas para que no volviese su cuerpo, y cuando giraba su cabeza, lo mismo, ejercía una presión sobre ella, casi inhumana. Lo que comenzó como un sueño erótico, terminó con un sueño ansioso, malvado, casi una pesadilla, que le hizo despertar de un salto.

Menos mal que ha sido todo un sueño.-

Es tiempo


No existe la libertad con cadenas,
para que reine la paz,
un par de alas en el corazón,
con plumas bien blancas.
Son vestigios de expresión libre,
los que le devuelven a mi alma,
poder cantar, soñar y amar
volar con mi alegría
en la primavera clara.


Regreso en mis tientos,
a una niñez prendada
de vientos acotados,
de ilusiones amarradas.

Y es tiempo de ser,
de pintar cuadros
salvar mi mirada
al mundo que me llama.
Es tiempo de abrir
los sueños de mi infancia,
respirar mi propio perfume
de flores abiertas…al alba.

Cuando miro tus manos

Existe una almohada llena de plumas
en un lugar que habité en ti,
una suave alfombra de lienzo moreno,
un lago de aguas mansas,
algodones blancos cosechados,
libros abiertos,
línea de felicidad,
surcos de tristeza,
historias de una vida llena,
relatos de albatros en la arena,
ese lugar cuando miro tus manos.
Pasión entre pieles adheridas,
iones alborotados,
química pura, mil cosquillas,
cuando amor...
tengo cerca tus manos.
Son instantes de éxtasis
de mi corazón que palpita sin rienda,
de todo mi ser que vuela,
de mis ojos cuando miran
tus manos y su belleza.
Describirlas ya no puedo,
el umbral de tus manos
va por encima de estas letras,
y es por tantas razones,
que por ellas,
cambiaría las estrellas
que en el cielo
me pertenezcan.

Azahares de cera

Se descuelgan las gitanillas en el balcón,
con sus flores a medio abrir,
graciosas con sus pétalos se revolean,
dando taconeos en su maceta.
El azahar limpio y fresco,
perfuma los naranjos y nuestro paseo,
y el aroma que nos prestan
es el de Sevilla en primavera.
Y entre puente y puente,
el río Guadalquivir sueña
con ser espejo de la Torre del Oro,
y en sus aguas mostrar postales bellas.
Y se oyen carcajadas en el cielo,
es la Giralda que ríe,
los pájaros en el patio de naranjos,
que cosquillean sus primeras piedras.
La Plaza de España se viste de rojo,
las palomas libres se enamoran
y juegan entre parejas con caras bobas,
que en los bancos sin pudor se besan.
Y en el parque de María Luisa,
brota la magia de verdes hadas,
que vuelan en la noche como estrellas
guardando historias de amor en sus veredas.
Es un paseo en Sevilla por primavera,
el olor de la vida en azahares de cera,
el agua en borbotones de libertad
y el sabor de besar una tierra.

sábado, 6 de marzo de 2010

Venganza en Sevilla.-Matilde Asensi


A finales de la estación seca del año de mil y seiscientos y seis, un día nublado y oscuro de principios del mes de octubre en el que el cielo parecía retener por la fuerza un agua abundante que deseaba derramarse como un diluvio, alguien golpeó la puerta de mi casa a la hora de la siesta con unos aldabonazos insolentes y fuera de toda medida. Nadie usaba esas formas groseras en Margarita, mi pueblo, la villa principal de la isla del mismo nombre en la que me había instalado apenas medio año atrás, luego de recuperar legalmente la herencia de mi tío Hernando y la de mis difuntos esposo y suegro. Para el resto del Caribe yo era Martín Nevares, mas, en Margarita, todos me conocían como la joven viuda Catalina Solís, dueña de una próspera latonería y de dos casas reformadas, la mía y otra que tenía en arriendo y que me procuraba muy buenas rentas. Mi vida era felicísima, regalada y alegre y dos mozos de buen porte y talle me hacían la corte desde el mismo día en que llegué al pueblo para reclamar mis herencias. Mi fama de mujer honesta, recogida y acaudalada obraba el resto.
Como decía, nadie hubiera osado presentarse a la hora de la siesta en una casa de bien metiendo en alboroto y rumor a todos los vecinos con aquellos golpes de alguacil. En toda la isla, por más del zumbido de los mosquitos, no se oía sino ladridos de perros y, de cuando en cuando, el rebuzno de un jumento, el graznido de un ave o el gruñido de un puerco. A tal punto, yo estaba
dormitando en el patio bajo la sombra de mi hermosa palmera y de mis cocoteros mientras mi criada Brígida me abanicaba con una grande hoja de palma. Había tanta humedad en el aire que costaba respirar y era cosa de fuerza mayor permanecer sosegado hasta la caída del sol para precaverse de un mal váguido de cabeza que a muchos había llevado a la tumba.
Matilde Asensi

martes, 2 de marzo de 2010

Cançao do Mar. Dulce Pontes

La selva del lenguaje

" Comprender lo que otros dicen parece un proceso más pasivo que hablar, pero, como ya he dicho, esta opinión sólo muestra lo peligrosas que son las malas metáforas. Hablamos del significado como si estuviera “contenido” en la frase, o en el texto, con lo que la comunicación se convierte en un intercambio de mercancía. Brandsford se encrespa contra los que expresan o tácitamente piensan que las frases “transportan un significado”. “Sólo las personas poseen significados, y los inputs lingüísticos actúan meramente como claves que la gente puede utilizar para recrear y modificar su conocimiento previo del mundo”. Cualquier expresión se convierte así en una incitación, una ayuda más o menos eficaz, para que el oyente genere los significados apropiados. Si es capaz de hacerlo correctamente, entenderá la frase. Si no puede hacerlo, no la comprenderá o caerá en malentendidos. Conviene recordar la afirmación de Uhlenbeck: “Cada frase individual, incluso la de apariencia más trivial, tiene que ser interpretada por el oyente con la ayuda de datos extralingüísticos”. Una frase no es sólo un acto lingüístico gramatical, sino también un acto cognitivo. Se llama hermenéutica la ciencia de la interpretación y de la comprensión de textos, y no me extraña nada que uno de sus fundadores, Scheleimarcher, la definiera como “el arte de evitar el malentendido”. Dado que con mucha facilidad estas equivocaciones envenenan la vida de los hombres, conviene estudiar cuidadosamente los procesos de comprensión. Utilizamos la palabra comprender en ocasiones variadas. Comprendemos el comportamiento de alguien cuando somos capaces de representarnos su porqué y su para qué. Comprendemos una situación cuando hemos encajado aspectos que parecían incongruentes en una red de relaciones que nos permite dar razón de esas apariencias. Comprendemos una demostración cuando somos capaces de realizar por nuestra cuenta el paso de las premisas a la conclusión. Comprendemos una frase cuando integramos todos sus elementos en una representación semántica unificada, es decir, en un modelo. "
José Antonio Marina

La boca

" Boca que arrastra mi boca.
Boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos tremendos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.
Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astros que tiene tu boca
enmudecido y cerrado,
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.
Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡ Cuánta boca ya enterrada,
sin boca, desenterramos!
Bebo en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.
Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.
He de volver a besarte,
he de volver. Hundo, caigo
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
Vida, Muerte, Amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios. "
Miguel Hernández

El amor en los tiempos de cólera

" Terminaron por conocerse tanto, que antes de los treinta años de casados eran como un mismo ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con la que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo, o por el accidente ridículo de que el uno se anticipara en público a lo que el otro iba a decir. Habían sorteado juntos las incomprensiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías reciprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal. Fue la época en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, y ambos fueron mas conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la adversidad. La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla. "
Gabriel García Márquez

Duermen bajo las aguas

" Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos y de las cuales ya no guardamos recuerdo, duermen bajo las aguas. Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su turno para salir a flote. Las cartas que hemos roto, las no recibidas y las veces que hemos dicho adiós. La pena que sentimos y que ahora, al recordarla, nos parece pequeña. La risa o el llanto que no llegó a brotar. La amistad que buscamos en el momento dificil y que resultó más débil que nosotros, más falta de ayuda. La persona a quien quisimos consolar y nos sirvió de consuelo...Todo duerme allí, en ese fondo. "
Carmen Kurtz

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo


" ¿Por qué me gustan las medusas? No lo sé. Las encuentro bonitas. Antes, mientras las miraba, he pensado una cosa. Escucha, lo que nosotros vemos es sólo una pequeña parte del mundo. Damos por hecho que esto es el mundo, pero no es del todo cierto. El verdadero mundo está en un lugar más oscuro, más profundo, y en su mayor parte lo ocupan criaturas como las medusas. Eso nosotros lo olvidamos. ¿No te parece? Dos terceras partes del planeta son océanos y lo que nosotros podemos ver con nuestros ojos no pasa de ser la superficie del mar, la piel. De lo que verdaderamente hay debajo no sabemos nada. "
Haruki Murakami

Olas

Hubo un fuerte oleaje estos días, y tú en tu playa disfrutaste de ese agua, de esa sal, de esa arena despidiéndose de su orilla, de esas gaviotas revueltas en el viento que jugueteaba con sus alas cansinas de un meridiano al otro...y aquí tus olas llegaron igual de salvajes abordando mis pensamientos que dejé en momentos al aire. Suavemente llegaron tus manos llenas de esa sorpresa contándome historias de tu mar y rebuscando mis palabras para que naciera una canción de cuna que templara el paisaje. Estuve tarareando tu música estos días, estuve buscando un sueño para que tu cielo acaeciera, estuve pensando en ti caminando en el tiempo e imaginando un recodo que me llevara a tu sien y dejar mis labios en silencio...
...en silencio.