miércoles, 23 de enero de 2013

De un beso







Dibujas con suave tacto
la línea de mi boca, 
contorno azul 
en mis labios tuyos;
 habito tu aliento,
 percibo tu alma...

Hay pájaros lilas, 
rumor de despedida. 

Un sabor acre
 palpita tenazmente; 
tiembla tu boca 
y mi nombre se deshace 
en tu lengua 
que me ata 
para darme muerte...

Confusión, enlace, 
en breve asfixia 
se diluye el tiempo 
en nuestros cuerpos,
 ramas verdes 
 sobre tierra.



Irma Soledad



viernes, 18 de enero de 2013

Las palabras








Un día 
ellas me enseñaron
 el verde de la vida 
que brota 
y desde entonces 
este lenguaje 
                                 me deshoja.






Inés Posada





Amor, razón de vida








Amor, razón de vida 
estás tan arraigado en mi existencia 
que si no estás, te invento. 
Y solamente 
viviendo así de tu sutil presencia, 
este duro vivir halla un motivo; 
para seguir en la pesada brega 
de no sólo existir. 

Profundo anhelo
 que embellece la vida; 
poderosa razón,
 motivo y causa de que 
te salgan alas
 y en un vuelo, 
remontarte hasta un cielo 
de esperanzas.




Esther Fernández




Haiku









Vivo el espejismo de estar contigo 


y así camino 


por un bosque en flor 


bajo la luna. 







AKIKO YANAKIWARA 






jueves, 17 de enero de 2013

Posesión luminosa









Igual que este viento, quiero
figura de mi calor
ser y, despacio, entrar
donde descanse tu cuerpo
del verano; irme acercando
hasta él sin que me vea;
llegar,, como un pulso abierto
latiendo en el aire: ser
figura del pensamiento
mío de ti, en su presencia;
abierta carne del viento,
estancia de amor en alma.

Tú blando marfil de sueño,
nieve de carne, quietud
de palma, luna en silencio-,
sentada, dormida en medio
de tu cuarto. Y yo ir entrando
igual que un agua serena,
inundarte todo el cuerpo
hasta cubrirte y, entero
quedarme ya así por dentro,
como el aire en un farol,
viéndose temblar, luciendo,
brillar en medio de mí,
encendiéndose en mi cuerpo,
iluminando mi carne
toda ya carne de viento.



Emilio Prados




miércoles, 16 de enero de 2013

Encuentro









Si la vida 
nos regala otro encuentro 
te dejaré ser tú 
seré 
sencillamente yo 

Escucharé 
la melodía 
de tu música 
y la mía 
cuando se unan.





María Clara González






Mientras tú existas...








Mientras tú existas, 
mientras mi mirada 
te busque más allá de las colinas, 
mientras nada 
me llene el corazón, 
si no es tu imagen, y haya 
una remota posibilidad de que estés viva 
en algún sitio, iluminada 
por una luz cualquiera... 
                                                Mientras 
yo presienta que eres y te llamas 
así, con ese nombre tuyo 
tan pequeño, 
seguiré como ahora, amada 
mía, 
transido de distancia, 
bajo ese amor que crece y no se muere, 
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.




Ángel González




Sofía de los Presagios







Sofía se sienta cerca del fuego. Samuel ve su cara iluminada con la anticipación y la curiosidad y saca de su morral las flores que antes cortara.

—Vení cerca de mí —le dice.

Sofía se acerca. Entre los dos se han establecido corrientes cómplices y subterráneas avivadas por la noche, la luna y el fuego.

Samuel echa las flores en la fogata y le indica que se acuesten los dos con la cabeza a pocos metros de la fogata en la dirección de donde sopla el viento, para que el humo y los vapores viajen hacia ellos. Sofía le obedece. No bien se acuesta en el suelo, siente que la excitación cede paso a una sensación de bienestar. Es placentero sentir la tierra bajo su espalda y ver la luna asomándose entre las pequeñas hojas del guayacán que forman dibujos 
negros en la sombra. Samuel se acuesta a su lado. Ella siente su respiración fuerte y 
su mano ancha y áspera buscando la suya. Deja que él le tome la mano y cierra los ojos, esperando experimentar las sensaciones que él ha vaticinado. La mano de Samuel empieza a moverse sobre su brazo y antebrazo. Sofía 
siente ligeros estremecimientos empezar a invadirle el pecho, desmadejándola. Hace mucho que nadie la acaricia. Nadie la ha acariciado jamás así de suave. Es cierto lo que dijo Samuel, se experimenta más liviana y un calor de flores le entra en las venas y baja hacia su ombligo. Con los ojos cerrados deja que las manos de Samuel suban hacia sus hombros, su cuello, el contorno de su frente, la 
profundidad de su pelo ensortijado. Ya no siente aspereza en su contacto, las manos de Samuel se han trocado en mariposas ciegas que revolotean sobre todo su cuerpo. Sin abrir los ojos, deja que el hombre le incline la espalda para quitarle la blusa; las mariposas, entonces, revolotean sobre sus pechos desnudos y cuando él le quita la falda, el calor de su cuerpo es ya tan intenso como el de la fogata y 
cuando abre los ojos, Samuel se ve hermoso y color de cobre bruñido, desnudo, despojándola del último vestigio de ropa. Las mariposas se posan tanteando sobre su sexo y Sofía abre las piernas y siente la urgente necesidad de ser penetrada hasta lo profundo de sí misma. Sin embargo, Samuel continúa multiplicando 
milagrosamente sus manos y a Sofía le parece que los arillos y las luciérnagas danzan con él en el cortejo de los machos y también le están haciendo el amor todas las criaturas de la noche. Por fin siente el sexo de Samuel entrando en su interior, un sexo vivo y de alta temperatura, cómodo y que no la ofende como el enorme miembro de Rene. En ese momento nada existe para ella más que el movimiento fluido de aquel cuerpo hurgándole el placer que ella jamás ha conocido de esta forma. El hombre excava tenaz abriéndola a un mundo de 
experiencias apenas intuidas en sus solitarias exploraciones consigo misma. Sofía gime, se mueve contribuyendo en la búsqueda ciega del punto mágico que detonará los diques de las aguas que suben y buscan salida. La fogata apenas existe aún, la oscuridad es más densa.
Samuel y Sofía jadean y murmuran cada vez con más urgencia hasta que ella siente que el vientre se convierte en flor y abre todos sus pétalos invadiéndola del polen de él cuyo pistilo ha llegado también a la floración del orgasmo entre los gritos de placer de ambos.




Gioconda Belli




martes, 15 de enero de 2013

Si el hombre pudiera decir lo que ama








Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.





Luis Cernuda




sábado, 12 de enero de 2013

Sensaciones para tu sueño








Vivo en un mundo de sensaciones constantes, como no...albas y negras, si empleamos el lenguaje bucólico. Hoy me traslado a esas sensaciones níveas que tanto nos hacen disfrutar, ese espacio que cuando menos te lo esperas llega a tus círculos y te abre las tangentes para que flote tu alma.

Sí, es verdad, he tenido un día maravilloso, de esos que suceden muy de vez en cuando, de esos que dejan las rosas en las páginas de tu diario y hacen que tu pluma sonría, sin tener labios. 

Por eso quiero volar hoy con mis palabras contigo otra vez, con ese alma mía que está bailando sin parar, con ese sueño que comienza en esta noche que se torna cálida y suave. 

Eres tú...sí tú que ahora duermes, que abrazas la noche buscando tus sueños, respirando la luz de las estrellas que sólo son las sombras del amor que quedó entre los huecos de nuestros cuerpos, entre la luz tenue que pasaba entre nuestras miradas cuando se fundían nuestras manos,  cuando tus vellos no eran tuyos  porque jugaban a ser bandidos en sierras perdidas de mi cuerpo. 

Mi pequeño y gran bandolero que usurpas las sienes de mi ser. Mi gran y pequeño pirata que surca los mares secretos de mi alma. Abres los cielos de esta mujer que escribe y te ama. Cierras compuertas que no valen para nada.  Este es nuestro mundo, nuestra pequeña isla, donde esa luna que miramos embobados noche tras noche quiere más a su sol que es nuestro rumbo, cuando se esconde tras el mar y dibuja de caricias el cielo para poder amarnos. 

Hoy me fui alejando de ti, sin pena, sin una lágrima, sin un desconsuelo en mis manos, porque me he sentido una mujer amada, una mujer que caminaba un rato diciéndose a sí misma: estoy plena de caricias, lo huelo, lo siento...tengo su mirada en mis pestañas, sus manos en mi espalda y mi piel abrazada. 

He vuelto a sentir lo que es la posesión del amor "sin armas", cuando tu cuerpo se acerca al mío sin armaduras, ni flechas, ni espadas, cuando mi cuerpo se acerca al tuyo sin bengalas, ni fangos, ni máscaras...esas son  mis sensaciones blancas, las que desnudan no sólo el talle sino el alma, las que cuando tu boca se acerca a la mía, siente que es su casa y los dos alientos son una suave brisa que traspasa cualquier definición de lo que es un beso. He vuelto a sentir que mi piel se hermana a la tuya como si hubiesen jugado a la comba en la infancia, como tu mejilla y la mía se unen para amarse una vez más. 

Sé que puedo caminar de nuevo descalza sobre tus pies porque son esas huellas las que busco constantemente. Mis curvas buscan tu desnudez como el río al mar, como la arena al sol cuando la templa, como esa poesía que intenta regular un amor que se desorienta. 

Te amo tanto....

Y sigues siendo ese hombre independiente que surca la vida con tu madurez en placas de Petri, y conserva la inocencia de ese adolescente imberbe. 

Y sigo siendo esa mujer no dependiente que navega por la vida con la madurez en crecendo y recreando esa inocencia que sabía que la tenía pero no sabía dónde.

Te quiero tanto...

Te dejo unos momentos nada más que tengo que hacer una trenza con mi pelo para conservar todas las caricias que hoy has dejado en él. 
Te dejo que voy a encerar mi cuerpo para retener las huellas de tus manos y el sonido de tu piel cuando has bailado con la mía. 
Te dejo que voy a sellar mis labios con un sueño que me deje el sonido de tus te quiero a la sombra de mis dientes. 

Te necesito tanto...


Te dejo que aún tengo un sostenido en mi cuerpo desigual.



Siempre...es eterno.



¿Recuerdas?





viernes, 11 de enero de 2013

Este amor








Como ir casi juntos 
pero no juntos, 
como 
caminar paso a paso 
y entre los dos un muro 
de cristal, 
como el viento 
del Sur que si se nombra 
¡Viento del Sur! parece 
que se va con su nombre, 
este amor. 

Como el río que une 
con sus manos de agua 
las orillas que aparta, 
como el tiempo también, 
como la vida, 
que nos huyen viviéndonos, 
dejándonos 
cada vez menos nuestros 
y más suyos, 
este amor. 

Como decir mañana 
y estar pensando nunca, 
como saber que vamos 
hacia ninguna parte 
y sin embargo nada 
podría detenernos, 
como la mansedumbre 
del mar, que es el anverso 
de ocultas tempestades, 
este amor. 

Este 
desesperado amor.





Meira Delmar




Diario espiritual







Es un lago mi alma;
Lago, vaso de cielo,
Nido de estrellas en la noche calma,
Copa del ave y de la flor, y suelo
De los cisnes y el alma.

.........

-Un lago fue mi alma...-

Mi alma es una fuente
Donde canta un jardín; sonrosan rosas
Y vuelan alas en su melodía;
Engarza gemas armoniosamente
En el oro del día.

.........

-Mi alma fue una fuente...-

Un arroyo es mi alma;
Larga caricia de cristal que rueda
Sobre carne de seda,
Camino de diamantes de la calma.

.........

-Fue un arroyo mi alma...-

Mi alma es un torrente;
Como un manto de brillo y armonía,
Como un manto infinito desbordado
De una torre sombría,
¡Todo lo envuelve voluptuosamente!

.........

-Mi alma fue un torrente...-

Mi alma es todo un mar,
No un vómito siniestro del abismo:
Un palacio de perlas, con sirenas,
Abierto a todas las riberas buenas,
Y en que el amor divaga sin cesar...
Donde ni un lirio puede naufragar.

.........

-Y mi alma fue mar... -

Mi alma es un fangal;
Llanto puso el dolor y tierra puso el mal.
Hoy apenas recuerda que ha sido de cristal;
No sabe de sirenas, de rosas ni armonía;
Nunca engarza una gema en el oro del día...
Llanto y llanto el dolor, y tierra y tierra el mal!...

.........

-Mi alma es un fangal;

¿Dónde encontrar el alma que en su entraña sombría
Prenda como una inmensa semilla de cristal?







Delmira Agustini





miércoles, 9 de enero de 2013

El amor








Es el amor. Preserva tus entrañas,
que la pasión no es fácil,
y todo lo que elige se consume,
aunque tenga razón.
Vive libre de él,
que la calma de amor es la fatiga,
dolencia es su comienzo, y muerte su final.
Para mí, sin embargo,
el morir por amor es un vivir,
y el favor se lo debo a aquel que amo.
Te doy estos consejos
conociendo muy bien qué es el amor,
pero si tú prefieres contradecirme,
elige por ti mismo lo que te plazca.
Si deseas vivir gozosamente,
muere mártir por él; s¡ no lo haces,
el amor tiene ya su propia gente.
Quien no muere de amor, por él no vive.
Y la miel no se puede cosechar
sin exponerse al daño de las abejas.




Ibn Al-Farid

martes, 8 de enero de 2013

Unidad en ella








Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma extensa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que se me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor
enrojecido al rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.



Vicente Aleixandre




domingo, 6 de enero de 2013

Sucesiva







Déjame acariciarte lentamente
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.

Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.

Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial de tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.

Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.




Gerardo Diego



sábado, 5 de enero de 2013

Amor







El amor, ¿a qué huele? Parece, cuando se ama,
que el mundo entero tiene rumor de primavera.
Las hojas secas tornan y las ramas con nieve,
y él sigue ardiente y joven, oliendo a la rosa eterna.

Por todas partes abre guirnaldas invisibles,
todos sus fondos son líricos -risa o pena-,
la mujer a su beso cobra un sentido mágico
que, como en los senderos, sin cesar se renueva...

Vienen al alma música de ideales conciertos,
palabras de una brisa liviana entre arboledas;
se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto
dejan como un romántico frescor de madreselvas...




Juan Ramón Jiménez