jueves, 12 de mayo de 2016

El paciente inglés

Los papeles del agua










En realidad, lo que querría ahora es el imposible taxativo de ser un hombre en vez de una mujer. Porque nosotras no podemos dirigir el amor hacia nosotras mismas: hablo de cada una; debemos brindarlo a un hombre y esperar. Y yo he esperado demasiados años. Me encuentro ya agotada. Me encuentro con la esperanza varias veces muerta. No puedo convencerme ni de que haya amado. 


El que inspiró el amor es lo de menos ya, ni el nombre que tuviera, ni la forma de acariciarme, ni sus besos. Lo que importa, ¿qué es? ¿el recuerdo que deja en mi memoria? ¿un amor olvidado, no por mí sino de mí, al que añorar un día? Me quisiera morir. Lo juro en alta voz. Pero ¿ante quién lo juro? No tengo rey ni roque, ni alfil ni reina ni torre ni caballo; no tengo ni un mísero peón. No me tengo ni a mí. Y si me suicidara, ¿quién sería la muerta? ¿Quién soy yo? ¿Fui yo la amante? ¿la segunda?. Una vez más me timaron.


La mujeres como yo no sirven para para ser amadas. Son incómodas, charlatanas, emprendedoras, masculinas. Quizás servimos para amigas más que para amantes. Ya oigo las voces que me dirían, tú no cabes entera en el corazón de un hombre: lo estallas, lo desbordas, lo deshaces, lo hastías. Ellos tienen que defenderse de alguna forma. Aunque sea la huida, como ha sido esta vez.


¿Lo amabas más que él a ti? ¿Qué sabías tú? ¿Qué preguntaste tú? Cuando se ama, se pregunta, indaga, ahonda. No por curiosidad ni acaso por amor: quizás por instinto de legítima defensa. O de entrega legítima. Aunque sólo sea por saber en qué manos vas a poner tu vida. Pero qué idiota, qué pobre idiota soy.





                                                                         "Los papeles del agua".-Antonio Gala



Si alguien llama a tu puerta







Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en tu tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida de armonía.


Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa desangra el día


Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía


Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.




Gabriel García Márquez





La terrible sinceridad










" Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todo y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de cabeza contra una pared, interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: “¿Soy sincero conmigo mismo?” Y si el corazón le dice que sí, y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa vida que rige nuestra existencia impedirá que usted se mate tirándose al pozo. [...]


Me dirá usted: “¿Y si los otros no comprenden que soy sincero?” ¡Qué le importa a usted de los otros! La tierra y la vida tienen tantos caminos con alturas distintas, que nadie puede ver a más distancia de la que dan sus ojos.

[...] Me dirá usted: “¿Y si me equivoco?” No tiene importancia. Uno se equivoca cuando tiene que equivocarse. Ni un minuto antes ni un minuto después. ¿Por qué? Porque así lo ha dispuesto la vida, que es esa fuerza misteriosa. Si usted se ha equivocado sinceramente, lo perdonarán. O no lo perdonarán. Interesa poco. Usted sigue su camino [...]

La sinceridad tiene un doble fondo curioso. No modifica la naturaleza intrínseca del que la practica, y sí le concede una especie de doble vista, sensibilidad curiosa, y que le permite percibir la mentira, y no sólo la mentira, sino los sentimientos del que está a su lado.





                                      " Fragmento de "La Terrible Sinceridad".-Roberto Arlt


Otra vez







Otra vez a soñar desde el oscuro
 imposible por qué, mano tendida, 
intentando apresar amor y vida, 
fijarle a lo inseguro lo seguro. 

Otras veces cabalgando hacia tu muro, 
soledad que me tiras de la brida, 
seguidora incansable de mi huida,
 vencedora en la lucha en que perduro.

 Otra vez a mirar arena y cielo
 en tu playa sin fin siempre desnuda, 
bebiéndome el silencio que te nombra.

 Otra vez como ayer perdido el vuelo
 por el salto hacia atrás de miedo y duda,
 seguida y seguidora de tu sombra.



Concha Lagos