viernes, 14 de mayo de 2010

Palabras escritas



Puede que mis manos acaricien un papel,
puede que mi tinta añada amor en él,
puede que quede reflejada la palabra amor,
mas no puede dejar el perfume, el sabor.

Que tu piel me sabe a miel templada,
que tus besos son los estambres de una flor
y su polen derrama en mis labios
las húmedas caricias de tu calor.

Que tus ojos no me miran, me arrancan
mis sueños, mis deseos, mis miedos,
extraen los pétalos de mi niñez,
recogen el cáliz de ser mujer.

Cada vez que te siento cerca,
grito...
se revolucionan mis costillas
buscando donde dejar el alboroto de mi latir,
y cantan mis pulmones,
respiramos el mismo aire,
te huelo,
te siento,
te anhelo,
cuánto daría por ser tu viento.

Cuánto daría por ser ese pájaro
que se posa mirándote en tu hombro,
esperando a que sonrías,
cuánto daría por pasear por la arena,
mirando como el mar se lleva
el halo que hay a tu alrededor,
y se lo entrega al sol en su hervor.
¿Desearte?
No hay más que tú,
cuando estás…
No existen más deseos posibles,
cuando no éstas…
No siento más
que contigo.
Y mis manos no son más libres
que en tu piel.

¿Recordarte?
Mis labios no tienen otro nombre,
mis oídos no atienden a otra voz,
y mi alma se desmorona,
donde estés…
como estés…
y no sabe más que darte eso
que llaman amor.

Te quiero
lo siento, mas no son las palabras
que te mereces,
Mi tú, Mi yo.


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