lunes, 23 de noviembre de 2009

Terramar

Para transformar esta piedra en una gema tienes que ponerle otro nombre verdadero. Y eso, hijo mío, hasta con una piedrecilla tan pequeña como ésta, es cambiar el mundo. Se puede hacer. En verdad, se puede. Es el arte del Maestro de Transformaciones, y tú lo aprenderás, cuando estés preparado para aprenderlo. Mas no transformarás una sola cosa, un guijarro, un grano de arena hasta que no sepas cuál será el bien y el mal que resultará. El mundo se mantiene en Equilibrio. El poder de Transformación y de Invocación de un mago puede romper ese equilibrio. Tiene que ser guiado por el conocimiento, y servir a la necesidad. Encender una vela es proyectar una sombra... Miró otra vez el guijarro en el hueco de la mano. —También una piedra es una cosa buena, sabes —siguió diciendo, en tono menos grave—. Si las Islas de Terramar fueran todas de diamante, tendríamos aquí una vida dura. Goza con las ilusiones, muchacho, y deja que las piedras sean piedras.

Un mago de Terramar, Ursula Kroeber Le Guin

No hay comentarios:

Publicar un comentario