martes, 10 de noviembre de 2009

La palabra más hermosa



El viaje de la esperanza… palabras residuales, entre las muchas que se sedimentan en el fondo de un día. Las he leído en la farmacia, en un tarro de cristal junto a la caja, tenía la ranura para meter las monedas y la fotografía de un niño pegada con cinta adhesiva, uno de aquellos que hay que llevar lejos para que puedan operarle, un viaje de la esperanza, eso es. Doy vueltas sobre la almohada, entre resoplidos. Observo el cuerpo de Giuliano, inmóvil, pesado. Duerme como siempre, boca arriba, con el pecho desnudo. De vez en cuando lanza un pequeño gruñido, como una bestia calma que espantara mosquitos. Esperanza, pienso en esta palabra que cobra forma en la oscuridad. Tiene la cara de una mujer un poco abatida, de aquellas que arrastran su derrota y sin embargo logran salir adelante con dignidad. Mi cara, quizá, la de una muchacha envejecida, detenida en el tiempo, por fidelidad, por temor.
Salgo al balcón, veo lo de siempre. El edificio que hay frente al nuestro, las persianas entornadas. El bar con el letrero apagado. Es el silencio de la ciudad, polvo de ruidos lejanos. Roma duerme. Duerme su fiesta, su pantano. Duerme la periferia. Duerme el Papa, sus zapatos rojos están vacíos...

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