viernes, 23 de octubre de 2009

Vida y música


Sigo poniendo mis flores en la ventana de este hogar que poco a poco va adornándose. Sí, es un hogar ficticio, pero me encuentro muy bien en él, y mis palabras duermen todas las noches arropadas a sus imágenes.
Existe un símil que me encanta, no sé de donde viene, supongo que lo habré leído en algún artículo, escuchado en alguna película o alguien me lo ha contado, la vida es como la música, tiene tempos de todas clases, no entiendo mucho de música y de vida pues aprendiendo todos los días, pero creo que va desde el adaggio al andante(si no es así, me lo imagino de esa manera). Como imaginarás me gustan y delirian los adaggios, ese tiempo en el que ves pasar las cosas de forma lenta, delicada, con su satén alrededor y el toque de canela, pero entiendo que la vida no es así de lenta y frágil, sino que tiene sus espacios andantes, esos de música de caballería, y de trompetas ligeras, y donde todo pasa con una rapidez a veces extrema, que casi ni tus ojos están entrenados para ello. ¿Dónde quiero llegar?, pues que la vida es como es, que a veces, te das cuenta de esos mil detalles que tienes que cuidar, y que a veces te los ponen tan delante que los ves turbios, y otros instantes pasan y tu mente anda extraviada en tu interior, intentado arreglar esa pieza que le falta la grasa para volver a poner a punto la máquina. ¿Máquina?, sí es así, aunque por todos los medios intento no considerarme un robot, que tiene respuestas para todo, esos que programan para cuando tú le haces una pregunta, te responda siempre de la misma manera, esos que le das a un botón, por ejemplo, "comer", y hay que comer, "andar", ala a andar, "trabajar", pues ese más o menos hay que aguantarse porque no hay más remedio. ¿Dónde está el sensor de "soñar"?, o el que te dice "sé tú mismo", o el de "riéte cuando quieras". Pues así andamos por este mundo de máquinas, intentando tener las palabras precisas para cuando alguien las espera, comiendo por norma a la hora que te esperan, sonriendo si te cuentan un chiste, sea bueno o malo, y siempre esperando que los demás tengan el mismo bluetooth que tú, porque todos sabemos que hay marcas que no son compatibles.
El otro día leí un artículo que decía más o menos que "somos unos copiones unos de otros", sería inexplicable otra manera de afrontarlo, porque cada persona no puede comenzar de cero, abunda entre nosotros la teoría de la imitación, desde la infancia hasta la madurez, pero también decía este artículo que en edades avanzadas, en estado inactivo (ese palabro nunca me gustó, pero así lo han programado) es cuando en realidad empezamos a ser originales, empezamos a "pensar", empezamos a valorar el sentido de las relaciones, del cariño, del verdadero amor. Es cuando tienes tiempo suficiente para valorar tu vida y esa melodía, que en cierta manera se va frenando para buscar la originalidad en tu persona, eso que siempre has querido hacer, eso que siempre has querido decir, eso que siempre has querido anular.
En mi opinión, la originalidad llega muy tarde a nuestras vidas, y tendríamos que realizar un esfuerzo por reprogramar la máquina, esa que nos vende la sociedad, el trabajo, la familia...y mezclar lo imitable con la pureza. Llego a trastear ese enseres de cables que tengo por dentro, a veces cambio uno por otro, unas veces doy chispazos y otras merece la pena porque son estrellas robadas del cielo, pero el cambiar tu actitud, tus palabras, tus gestos porque consideras que es el momento de ser tú misma cala en los demás algunas veces de una manera negativa. Esa expresión que todos hemos escuchado, "nunca pensé que tal hiciera ésto" o "que cable se le habrá cruzado a éste hoy"(acorde con lo que escribo), o "no entiendo por qué no me dice...". Y claro está, los esquemas no están hechos para entender todas las mentes, seríamos sabios, pero la vida tiene sus tiempos como esa música que tarareamos en nuestro interior.

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