viernes, 29 de noviembre de 2013

Oído cocina








Joseph entró en la cocina y ella estaba con la cabeza metida en el mueble de las cacerolas.
-¿Qué buscas Anne?
-Uff es que no encuentro la olla, me ha traído mi madre los avíos para un puchero y lo voy a poner ahora mismo para la cena, sé que te encanta.
-A mí lo que me encanta eres tú. 
Anne encuentra la olla y con ella en brazos se acerca y busca los labios de él, aunque debe empinarse porque andaba descalza y le lleva como veinte centímetros de altura. Joseph juguetea un poco y retrocede, ella se adelanta aunque no consigue su objetivo.

-Y a mí me encantan tus labios.-le dice con cierta pena.

Él acababa de llegar del trabajo y subió a pegarse una buena ducha, con el agua más caliente de lo que cualquier humano pueda soportar. Anne siempre le decía que tenía piel de lagarto por soportar esas altas temperaturas, y él le respondía que era costumbre desde pequeño, y que era un...jajaja dragón malvado que se la comería entera. A ella eso le ponía los vellos de punta.

-!Anne¡¡¡.-la llamaba mientras bajaba la escalera. 
-!Dime¡¡¡.-ella en la cocina pelando las verduras.
-Ven por favor.
-Vooooy.-Mientras cerraba la olla a presión y le ponía la pesa.
-Pero no tardes.
-Nooooo, voy. ¿Qué haces sentado en la escalera con el frío que hace?.
-Esperándote, me encanta verte cuando subes, ven y dáme ese beso.
-A ver, ¿qué es lo que te pasa hoy?.
-Nada.
-Nada no, estás un poco tontito.
-Gracias por el piropo, pero ven.

Anne con las manos en jarras, mirándolo fue subiendo despacio hasta llegar a él, y lo primero que toca son sus rodillas, jugueteando con ellas va subiendo sus manos hasta el triángulo que forman las ingles andrógenas, lo que hace que inconscientemente vaya abriendo sus piernas para que ella siga el rumbo que sus manos van buscando. 

-Uhmm, qué calentito estás. 
-Ya sabes la ducha...
Las manos ya estaban en el sitio exacto donde Joseph deseaba, y su respiración se aceleraba por momento.

-¿Y ese beso?
-Ahora corazón...no te impacientes, ¿tienes prisa?.
-¿Yo? Creo que no, y cada vez menos, como sigas ésto va a terminar muy mal.
-¿Mal?

Joseph baja un peldaño cuidadosamente para que esas manos que tenía entre sus piernas no se les escaparan, y con sus dedos alcanzó a meterse debajo del pijama de ella, con mucho talento le quitó los corchetes del sujetador, y Anne soltó un suspiro que delataba un pequeño placer. Sus pechos quedaron libres para que la otra mano empezara a explorarlos y buscar ese pezón anhelante de sus caricias. Ella subió su cuerpecito para irse acoplándose  amoldándose pierna a pierna, pecho a pecho, buscaron sus manos y se acariciaron los dedos de punta a palma, haciendo que todas las terminaciones sensitivas de sus cuerpos se alertaran. Sus sexos empezaron a buscarse como un imán, los fluidos empezaron con sus mareas, Anne se ponía cada vez más nerviosa, quitando ropas y atajos tanto a él como a ella, dejando sus cuerpos recién nacidos y pegó un saltito para unirse plenamente a él. 

-Te pedí sólo un beso, Anne.-susurró al oído.
-Ya sabes que me encantas cuando te conviertes en dragón.-le devolvió el soplo en el otro oído y se lo lamió. Él pegó un respingo, lo cual le provocó un primer suspiro a ella preorgásmico.
-¿Te gusta?
-Nooooo
-¿Entonces?
-Dáme tus labios.-intentaba cambiar de conversación y empezó a dejar suavemente saliva en los labios de él, dibujando sus comisuras. Eso lo ponía supernervioso, y volvió a dar otro respingo y ella...
-Ahh.
-¿Te he dicho hoy que te quiero? .-Le preguntaba con la cara inmersa entre la melena y el cuello.
-Aún no.-soltó Anne entre lo que era un suspiro y un pequeño jadeo.
-No te quiero...
-¿Cómo?.-siguiendo su baile imparable en esos momentos.
-Que no te quiero, que te amo con locura...

Pasó un ángel, se hizo el silencio y a los segundos de una mirada fija entre los dos...



...estalló a bailar la pesa de la olla, empezó a hervir el puchero.




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