domingo, 11 de septiembre de 2011

Una pizca de tu sombra


No dejes que quererme
ni cuanto estés triste
ni cuanto estés alegre,
ni cuando tu sombra
te adelante el paso,
no dejes de quereme.


Ya sé que la oscuridad
es cruel y dañina,
ya sé que el silencio
a veces es como una espina
que hace sangrar el sueño,
y torcer la margarita.


Torbellinos de recuerdos,
sensaciones doradas
con tus manos
esas que abrigan mi piel
cuando desnuda te grita,
te siente y te respira.


Abrázame y al limbo mira
que ni tus ojos precisas
para poder sentir
que la llama que me templa
es esa que brilla y se quedó
entre tu pupila y la mía.


Sigue buscando esta boca
que quedó sin aliento
en la última despedida,
ahora muere de sed
desde el último suspiro
que dejó en tu saliva.


No dejes de quererme
que el viento no me traería:
ni tus rosas, ni tus rimas
ni los sueños inacabados,
ni esa pizca de tu sombra
que ilumina mi vida.


Alma

1 comentario:

  1. Encantador poema, le felicito. Gracias por volver a escribir más a menudo. Besos

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