miércoles, 27 de enero de 2010

Nido de globos

Confieso que nunca quise dejar de ser una niña asida a un montón de globos al aire, cada uno de ellos representando una ilusión, un sueño, una esperanza de vivir un viaje maravilloso a lo largo de mi vida. Sigo pensando en algunos momentos como aquella niña y no he dejado volar todos mis globos, porque son los que dan el color a mi sonrisa, los que empujan a mis pies para seguir pisando esta arena, porque cada uno de los que me quedan lo cuido para que nunca se me escapen. Tengo un globo azul que me recuerda la paz y el recuerdo de los momentos en los que se me escapaba una canción yendo al colegio y tambaleando mi maleta de un lado al otro, revoloteando mis libretas dentro de ella. Conservo el globo rojo brillante que me da la testarudez y el sentimiento de empuje, nunca podré olvidar como saltaba al elástico sin querer fallar o cuando brincaba con una buena noticia. Aún tiro de la cuerda y vuelve ese globo amarillo que me recuerda la inmensidad y el poder del sol, siempre de pequeña me decían que nunca mirara al sol de frente que podría dañar mis ojos, pero miraba aunque fueran los instantes precisos para después cegarme. Y así puedo seguir contando globos, pero no quisiera terminar sin pensar en esas cintas que los unen y que tiran y aflojan las fuerzas de mi alma.


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