domingo, 23 de diciembre de 2012

Paisaje con mar








Pardo lecho de arena,
playa inerte, 
plural surtidor de toda raza, 
cauce donde lo vital fluye y palpita. 


La luz 
divide el mundo 
en hemisferios: 
separa un duro azul bruñido luz arriba, 
abajo el otro agita sus líquidos metales. 
Lentas palmeras en el sopor creciendo, 
el viento en cada giro las despierta 
y son penumbra 
sobre 
las pieles húmedas. 


El sol,
sensual hermafrodita, 
husmea los cuerpos tan mansos e indolentes, 
hornea la oscura cosecha entre los muslos, 
penetra cada pliegue, lento asedio, 
y los cuerpos se entreabren 
como frutos. 


El mar,
ensalmador de 
sueños y de viajes, 
va por la playa con la lengua de sus olas, 
lame un vientre, un labio, un pezón de plácida 
escarlata, 
una barba de miel, la fina espada 
y el sellado pubis 
de un muchacho. 


Múltiple
lengua de mar, 
tibia saliva 
que deja en largos besos salitrosos 
lodo continental, residuos cósmicos, 
itinerante resaca de los barcos, 
la baba seminal de los mariscos 
y el llanto liminar de 
los ahogados. 


Los cuerpos,
desalojados del ensueño,
van hacia el mar, patria de la nostalgia, 
buscando su raíz de oscura ciencia, 
cordón umbilical de la inocencia, 
forma que vuelve al agua, 
agua que la rescata. 




Flor Alba Uribe





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