Encontré este atardecer para regalarte. Es precioso eso de regalar sensaciones, percepciones, momentos...y eso también se aprende, lo aprendí contigo. Me has enseñado tantas y tantas cosas, de la vida, de los sueños, del amor, de la amistad, de los libros, la historia, colores, olores, me prestaste parte de tu elegancia, de tus palabras, del sentido de las cosas(quieras que sucedan o no), de la mujer...Eres un hombre especialmente atento a las mujeres, y no es en el sentido que la frase quiere demostrar, es en la observación, puedes absorber el estado de una mujer, fíjate, incluso en la piel, en la ropa, en los cabellos, en la mirada, y eso es de admirar. Pienso que encontré un tesoro un día detrás de un cristal, y algo dentro de mí insistió en conocerte, en observarte, en hablar de todo contigo, incluso del amor, y por supuesto, de tanto hablar me enamoraste. Poco a poco fuiste colocando piezas dentro de mí, y las colocas cuidadosamente para que no me de cuenta(porque me pongo en alerta, lo sé), pero en silencio vas dibujando cuadros preciosos, dejas el perfume adecuado, abrazas mi piel aún sin tocarla, pones la música para que pueda de nuevo salir a bailar en la vida y no me quede postrada en un sillón. Por eso y por mucho más que ocuparía todo este blog eres mi tesoro...y me encantaría ir dejándote las cosas que pasan por mi mente, las sensaciones que siento cuando estoy a tu lado o cuando no lo estoy, cuando le doy la vuelta a mi reloj una y otra vez para poder verte lo antes posible y susurrarte con la mirada cuánto te quiero.
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