Mis escaleras lloran tu ausencia,
cascadas de susurros blancos
ronronean cada uno de mis peldaños,
sintiendo mis pies y su querencia.
Mis paredes aún tienen tu perfume
atesorado en las grietas que conservan,
suspiran con nostalgia cuando sueñan,
guardando el dolor para que no asome.
Allí puedes ver mi banco solo,
llorando por no poder sentir su dueño,
conserva su barniz intacto con celo,
para sentir el latir de tus besos.
Aquí, amado mío, puedes sentir
mi corazón escribiendo verso a verso,
cada espina clavada, cada pétalo preso,
y yo, ensayando este teatro...vivir.
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