martes, 24 de noviembre de 2009

Detrás de la cortina


Colgando en mis amaneceres, los visillos de la vida,
dejan que se transparente la luz de un nuevo día;
de ratos insomnes y de sueños improvisados
bajan mis piernas sigilosas, sin apenas prisa,
se visten y comienzan su andanza ya erguidas.

Miro el reloj siempre en la misma mesilla,
es el tiempo el que se asoma en su luz roja,
dejando atrás otros días,
detrás de la cortina…
detrás de las telas del pasado,
entre los telones de la melancolía.

En los días de invierno, las banderas congeladas,
señalan su patria, izan su casta,
los pájaros sufren en las mañanas heladas,
y forman su capa, abrigo entre sus alas.
escasas horas de luz en los días,
noches largas,
las camillas se cubren con enaguas
¡por fin, me pasean, dice un paragüas!.

Y terminan las escarchas, cuando llega el alba
de la alegre primavera que con su hervor llega,
canturrean los pájaros esta vez, enamorados,
las flores se abren en los campos abiertos,
riegan de colores el cuadro, allí en aquel prado,
donde las reses se alimentan, juegan, se aparean.
Y allí donde se besa el mar con el cielo,
allí en el horizonte,
se recoge el sol a sus aposentos,
ahora un rato más tarde,
justo cuando brilla en la orilla,
la suave brisa que nos deja en su despedida.

Arde la calle, la flama reina,
el día se apodera del tiempo
y las noches se encogen, el verano llega,
se acabaron las chaquetas, ¡ropas fuera¡.
Todos buscando el mar, los baños, la arena,
yo busco mi mecedora, detrás de la reja,
donde mis pinceles perciben mejor los violetas,
los malvas, rosados, dorados, las olas serenas.
Ocasos estivales, mi cielo se viste de gala,
cuando la luna se despide de su rey
de sus rojas melenas,
del calor de su inmensidad,
y su salvaje corpulencia.
Adiós mi rey,
te guardaré tu tierra,
templada y cubierta
con olas plateadas que reflejen
el brillo de mis lamentos,
el sueño de mis lágrimas
por no tenerte más cerca.

Y caen las hojas, en aquella huerta,
los árboles se desnudan entre la niebla,
de ocres se va pintando otro otoño.
Campos sombríos, tardes cubiertas,
melancolía de esos días de primavera.
Se guardan las sandalias, las botas llegan,
y de verde, verdina, verde se cubren las azoteas.
Paseos a media tarde por el parque,
los niños se balancean,
ancianos en sus bancos se sientan,
a ver la misma fuente,
que tantos años en el mismo lugar se asienta,
Y llora los deseos que le piden sus monedas.

Detrás de la cortina…
el invierno de nuevo asoma,
el frío de las mañanas, el rocío helado,
la luz de un nuevo día brilla,
una nueva ronda, una nueva partida,
y colgados de mi pared danzando,
los visillos de la vida los que están jugando.

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