Hay soledades que enriquecen y soledades que envenenan y nos empequeñecen. Nos decimos que todo está bien y que no necesitamos a nadie. Especialmente ningún hombre, especialmente los hombres, de acuerdo a la expresión “Solos somos fuertes”.
El camino fuera de esta vergonzosa soledad suele llevar a través de un doloroso reconocimiento de que nada tiene que ver con la autosuficiencia, se trata de otra palabra para una nostalgia sin respuesta. La soledad también puede deberse a que nadie ha encendido tu fuego. Puede volverse más dolorosa a veces y durar un tiempo mayor como si no tuviera fondo.
La experiencia de la soledad no depende necesariamente de circunstancias
La experiencia de la soledad no depende necesariamente de circunstancias
externas. Hay extraños sonidos cuya distancia ayuda a aclarar la diferencia entre la ya experimentada soledad y la que nos espera. Las oscuridades de una noche contienen diez mil diferentes llamaradas que se destacan y horadan sin que nadie las pueda ver. Un hombre puede decir lo suyo junto a mí hasta que me duerma pues sólo entonces puedo dormir, lo que significa que no él no quiere ser solo y que al mismo tiempo no se siente solo cuando lo pide. Lo cual me hace pensar en familias y otras situaciones donde la soledad es tanto demandada como prohibida.
La pregunta que erróneamente se plantea, o la carencia de ésta da origen a una nueva soledad. A una solitaria furia. Esto también puede tener su origen en que nadie ha encendido tu fuego.
La pregunta que erróneamente se plantea, o la carencia de ésta da origen a una nueva soledad. A una solitaria furia. Esto también puede tener su origen en que nadie ha encendido tu fuego.
Jenny Tunedal
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