Cada noche los pájaros duermen en su soledad.
Miran su cuerpo como si fuera un cuerpo de mujer
frágil, con el que luchan viento y agua.
Cada noche
los pájaros y los osos sueñan con manos que juegan con ellos.
Los gatos se estiran para lamer
su piel sin
preocuparse por los ojos de dios dispersos por el techo y las paredes
ni por las palabrerías
ni por los jueces ni las cárceles del amor
ni las mandíbulas de los ácaros que devoran la ropa del deseo
se satisfacen de su ser
en el sosiego de su cuerpo
respiran con gozo
cada mañana.
Maram Al-Masri
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