Existen ocasiones en las que una cadena de cuestiones vienen una tras otra, ¿cuál es el sentido de mi vida?, ¿qué hago para sentirme mejor?, ¿soy feliz?, ¿por qué soy inconformista conmigo misma?...
Me inunda un oscuro silencio, mientras mi mente intenta dar respuestas, mis respuestas, las que intentan calmar luces y sombras. El sentido de mi vida, pues tiene una variabilidad extrema, tantas como roles habitan en mí, y la línea va fluctuando de un lado a otro, sin poder definirla recta y mirando el horizonte, de vez en cuando se hace un ovillo y me cuesta tirar para poder encauzarla. Me aíslo y es cuando veo todas las direcciones de mis semejantes, unos para un lado otros para otro, y siento que ni uno ni el otro es el mío, que no es que sea especial, sino que no me identifico en un carril específico, porque descarrilo con facilidad, entonces decido aunque con más esfuerzo construir mis propias vías, por donde pueda viajar a mi velocidad, aprovechar los vientos y salvar los obstáculos, donde pueda trabajar con mis sueños y caer con mis pesadillas, donde sepa que la vida tiene sentido propio y no el de los demás.
He decidido no preguntarme más si en realidad soy feliz, porque no creo en las eternas felicidades, sino en los momentos. Siempre se ha dicho que la felicidad no es más que la búsqueda de felicidad, y el hombre se lleva toda su vida en ese empeño, pues la verdad es que no quiero caer en ese laberinto, donde te das con las esquinas constantemente, y cada arista hiere. Prefiero pensar que la felicidad está ahí, y que de vez en cuando pasa por tu lado y la ves, entonces es cuando una fina capa te rodea y tu sangre se templa, para decirle a tu cuerpo y alma que así es, que la sienta, y te suena esa alarma del momento feliz.
¿Sentirme mejor?, en realidad es una pregunta que me aborda cuando siento que estoy peor, pero ¿mejor o peor que qué?, ¿cuál es mi estado de bienestar?, ¿se consigue eso de alguna manera?, pues la verdad no lo sé, sentirme mejor para mí, es quitarme lastre, ese peso que inconscientemente te vas cargando y tiras de él día a día, hasta que un día ya no puedes moverte y te hace parar. Me meto entre mis sábanas e intento no estar ni siquiera para mí, sólo necesito descansar mi mente para poder afrontar de nuevo ese día a día, porque me quedo sin fuerzas para seguir excavando mi vía.
¿Soy feliz?, de nuevo una pregunta clave que me aborda evidentemente cuando estoy eclipsada en mis pensamientos, y voy dándole un repaso a mis años, a cada suceso crucial en mi vida, para hacer un balance y saber si he sido o no una persona feliz, si ahora mismo lo soy, si podré serlo, para ello lo primero que intento es definir que es la felicidad para mí, y no es fácil ni difícil, puede ser abstracta en concepto y en sentido, porque pueden hacerme feliz las simplezas, o en el otro extremo, pienso lo difícil que es conseguir la felicidad. He llegado a una conclusión presente, pero no extrahumana, soy muy feliz a veces, triste otras cuantas, pero no tengo una uniformidad, ni siquiera cercana unas de otras, puede ser algo patológico, el no conseguir equilibrar la balanza, el sentir tanto el extremismo y no llegar a un grado medio de bienestar, felicidad, paz…
Algo desde pequeña dentro de mí ha sido el detonante para conseguir muchas cosas en esta vida, el inconformismo, ese puedo ser mejor, esa competitividad hacia mí misma, pero no siempre es sano. En ciertas ocasiones, cuando la saturación te invade, y encima estás queriendo dar más que el límite, eso hace que te desgastes, que caigas rendida y después cuesta salir. Intento por todos los medios hacer actos de conciencia y dejar correr el momento sin hacer esfuerzos, sin pedirme más de lo que necesito, y lo consigo, pero como en el párrafo anterior, no encuentro la uniformidad que le dé calma a mi ser.
Extraña, es la palabra, me siento de esa manera en un espacio donde intento dibujar la línea que me dé estabilidad emocional, y seguir preparada en este viaje de la vida.
Me inunda un oscuro silencio, mientras mi mente intenta dar respuestas, mis respuestas, las que intentan calmar luces y sombras. El sentido de mi vida, pues tiene una variabilidad extrema, tantas como roles habitan en mí, y la línea va fluctuando de un lado a otro, sin poder definirla recta y mirando el horizonte, de vez en cuando se hace un ovillo y me cuesta tirar para poder encauzarla. Me aíslo y es cuando veo todas las direcciones de mis semejantes, unos para un lado otros para otro, y siento que ni uno ni el otro es el mío, que no es que sea especial, sino que no me identifico en un carril específico, porque descarrilo con facilidad, entonces decido aunque con más esfuerzo construir mis propias vías, por donde pueda viajar a mi velocidad, aprovechar los vientos y salvar los obstáculos, donde pueda trabajar con mis sueños y caer con mis pesadillas, donde sepa que la vida tiene sentido propio y no el de los demás.
He decidido no preguntarme más si en realidad soy feliz, porque no creo en las eternas felicidades, sino en los momentos. Siempre se ha dicho que la felicidad no es más que la búsqueda de felicidad, y el hombre se lleva toda su vida en ese empeño, pues la verdad es que no quiero caer en ese laberinto, donde te das con las esquinas constantemente, y cada arista hiere. Prefiero pensar que la felicidad está ahí, y que de vez en cuando pasa por tu lado y la ves, entonces es cuando una fina capa te rodea y tu sangre se templa, para decirle a tu cuerpo y alma que así es, que la sienta, y te suena esa alarma del momento feliz.
¿Sentirme mejor?, en realidad es una pregunta que me aborda cuando siento que estoy peor, pero ¿mejor o peor que qué?, ¿cuál es mi estado de bienestar?, ¿se consigue eso de alguna manera?, pues la verdad no lo sé, sentirme mejor para mí, es quitarme lastre, ese peso que inconscientemente te vas cargando y tiras de él día a día, hasta que un día ya no puedes moverte y te hace parar. Me meto entre mis sábanas e intento no estar ni siquiera para mí, sólo necesito descansar mi mente para poder afrontar de nuevo ese día a día, porque me quedo sin fuerzas para seguir excavando mi vía.
¿Soy feliz?, de nuevo una pregunta clave que me aborda evidentemente cuando estoy eclipsada en mis pensamientos, y voy dándole un repaso a mis años, a cada suceso crucial en mi vida, para hacer un balance y saber si he sido o no una persona feliz, si ahora mismo lo soy, si podré serlo, para ello lo primero que intento es definir que es la felicidad para mí, y no es fácil ni difícil, puede ser abstracta en concepto y en sentido, porque pueden hacerme feliz las simplezas, o en el otro extremo, pienso lo difícil que es conseguir la felicidad. He llegado a una conclusión presente, pero no extrahumana, soy muy feliz a veces, triste otras cuantas, pero no tengo una uniformidad, ni siquiera cercana unas de otras, puede ser algo patológico, el no conseguir equilibrar la balanza, el sentir tanto el extremismo y no llegar a un grado medio de bienestar, felicidad, paz…
Algo desde pequeña dentro de mí ha sido el detonante para conseguir muchas cosas en esta vida, el inconformismo, ese puedo ser mejor, esa competitividad hacia mí misma, pero no siempre es sano. En ciertas ocasiones, cuando la saturación te invade, y encima estás queriendo dar más que el límite, eso hace que te desgastes, que caigas rendida y después cuesta salir. Intento por todos los medios hacer actos de conciencia y dejar correr el momento sin hacer esfuerzos, sin pedirme más de lo que necesito, y lo consigo, pero como en el párrafo anterior, no encuentro la uniformidad que le dé calma a mi ser.
Extraña, es la palabra, me siento de esa manera en un espacio donde intento dibujar la línea que me dé estabilidad emocional, y seguir preparada en este viaje de la vida.
Muy profundo toda esa reflexión, no se si nos han inculcado una búsqueda de la perfección tal, que nos lleva a la infelicidad. Sabemos que en la simpleza esta quizas la meta, cuando observas algo simple sinembargo detras existe una gran profundidad.
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