Supón que de verdad Dafne murmura
en lo que llamas quejas de esta planta,
sin sospechar la dicha que suplanta
en verde luz la antigua criatura.
Siente temblar al viento mi cintura
donde se enreda el día que adelanta,
la voz multiplicada que te canta,
¡oh Apolo, esta tristeza de ser pura!
Río del aire, estremecida escala
donde la danza aprende la cadencia
y urden abeja y flor su claro juego,
te amaré, dios de miel, tortura de ala,
con la misma encendida resistencia
con que te huí mujer y árbol me entrego.
Julio Cortázar
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