El sueño vuelve siempre a la solitaria aldea de la montaña.
En los cardales se levanta el viento, y al mediodía
se calma el ininterrumpido canto de la cigarra
en el camino que atraviesa el bosque.
El sol brilla en el cielo azul, el volcán duerme.
… Y yo,
aunque se que nadie me escucha, sigo hablando
de las islas, montes, olas, rayos del sol y de luna que he visto.
El sueño no va más allá de ese punto.
¡Si tan solo pudiera olvidarlo todo, completamente!
Cuando pueda olvidar hasta el acto de olvidar
mi sueño se helará en recuerdos de invierno,
y abrirá una puerta en la soledad
para viajar por una ruta iluminada con fragmentos de estrellas.
Michizo Tachira
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