con sus flores a medio abrir,
graciosas con sus pétalos se revolean,
dando taconeos en su maceta.
El azahar limpio y fresco,
perfuma los naranjos y nuestro paseo,
y el aroma que nos prestan
es el de Sevilla en primavera.
Y entre puente y puente,
el río Guadalquivir sueña
con ser espejo de la Torre del Oro,
y en sus aguas mostrar postales bellas.
Y se oyen carcajadas en el cielo,
es la Giralda que ríe,
los pájaros en el patio de naranjos,
que cosquillean sus primeras piedras.
La Plaza de España se viste de rojo,
las palomas libres se enamoran
y juegan entre parejas con caras bobas,
que en los bancos sin pudor se besan.
Y en el parque de María Luisa,
brota la magia de verdes hadas,
que vuelan en la noche como estrellas
guardando historias de amor en sus veredas.
Es un paseo en Sevilla por primavera,
el olor de la vida en azahares de cera,
el agua en borbotones de libertad
y el sabor de besar una tierra.
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