viernes, 2 de diciembre de 2011

Morir un tiempo









Quiero morir un tiempo...



Existen momentos en la vida en los que tu interior empieza a dar vueltas y vueltas en círculos sin salida, añadiendo también ese mundo exterior que te aborda constantemente, y parece que en esos momentos de laberintos internos es cuando más la vida te pasa factura.

Pasa que, cuando te llevas toda la vida cuidando a las personas a las que quieres, y te das cuenta de que a la que en realidad has dejado de cuidar es a ti misma, te entra una desilusión inmensa, un desasosiego...tristeza. Y como el refrán ese que cuenta que es el pez que se muerde la cola dando vueltas, así iba paseando por esto que llaman vida.

Siempre hay un detonante que hace que reflexiones, y lo he hecho muchísimas veces en este largo camino. Ahora mismo y muy preocupante han sido mis propias emociones, de tanto buscar una salida en esos laberintos, mis emociones han sufrido un shock, y están hibernando como mecanismo de defensa.

Resulta imposible parar el reloj, y aún menos decirle a la vida que quiero morir un tiempo, y el único escape es mi silencio unas veces y otras en forma de rebeldía, tararear mi canción favorita cuando algo me agrede.

Escuché hace poco tiempo a una persona conocida, una palabra que ahora mismo para mí es importante, "deconstrucción", no soy experta en el tema pero significa algo así como volver a vivir los momentos, en este caso en tu mente, y explicarte después del tiempo el por qué de los sucesos, ya sean positivos o negativos. Ese significado no es como derrumbar un edificio y volverlo a construir, es pasar por sus paredes y ver por donde cala el agua, para poder solucionar problemas, en mi caso conflictos internos.

Estoy fuera de mí para poder verme...


Para saber qué raíces están ocupando mi interior que no me dejan seguir adelante, es un proceso duro, lento y parece que cruel para los que me rodean.

¿No estoy?


No

Estoy pensando en mí, aunque así expresado de esta manera resulte un tanto egoísta, que no lo es en absoluto. He elegido mi tiempo y la forma en la que pueda ser yo misma, porque me he dado cuenta de que me he perdido en algún momento y tengo que encontrarme.

Así que aquí me tenéis cambiando de rumbo, de norte a sur, de este a oeste, arriba o abajo, con sol y con lluvia, con niebla o con nieve. Me he puesto un salvavidas, un buen abrigo, guantes y aunque sólo me queda un remo sigo navegando a la deriva, espero encontrar tierra pronto, espero cantar más canciones, y destruir cada tabique cerrado que habita en mí, para que esa tristeza que anega mi barca pueda salir y quede espacio para la felicidad que me abandonó.


El mar siempre es precioso.